Atender a la realidad
De nuevo a cuestas con los accidentes de tráfico, esta vez con una novedad: la propia Dirección General reconoce que, el pasado, ha sido un fin de semana trágico. Se van asumiendo hechos. Ahora ya sólo falta que se asuman responsabilidades. No me refiero a dimisiones. Me refiero a actuaciones eficientes. ¿Cuáles son? Es difícil dar con la mezcla ideal. Pero sabemos la que suele producir el accidente: juventud, alcohol, noche-amanecer, despistes, exceso de velocidad... Actuar sobre cada causa está bien.
Es evidente que nada se puede hacer respecto al hecho de ser joven ni de que amanezca o anochezca, pero existen soluciones que pueden aplicarse sobre todas ellas. La mayor presencia policial preventiva; la eliminación de puntos negros en vías y autovías; la unificación de estándares de seguridad en la fabricación de automóviles; la información al ciudadano con campañas permanentes; la educación vial en las escuelas; ayudas para asistir a cursos de conducción en situaciones extremas; contacto sostenido y estrecho entre autoridades y asociaciones ciudadanas, clubes de automovilismo, compañías de seguros y demás afectados; asfaltos de mayor calidad que logren drenar el agua cuando llueve; peajes de autopistas menos caros, etcétera.
El hecho de que políticas inmediatas no den resultados debe hacer pensar en soluciones a medio y largo plazo. Si se atiende un poco a la realidad, que es lo que deben hacer los políticos, se pueden tener éxitos.
Ni seamos fatalistas acostumbrándonos a vivir con las cifras luctuosas de fin de semana y vacaciones ni optimistas pensando que ciertas medidas puntuales como los controles de alcoholemia, la limitación de velocidad estricta a golpe de radar o el carné por puntos van a ser la solución a todos los males.
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