Daimler y Volkswagen presionan a los sindicatos para un drástico recorte de gastos
El fabricante de Mercedes amenaza con trasladar parte de la producción a Suráfrica
Vientos de crisis en la industria automovilística alemana. Después de que se conociera que el Grupo Volkswagen pretende reducir en un tercio sus costes de personal, ayer su competidor DaimlerChrysler amenazó a los trabajadores de su sede central, Sindelfingen, con trasladar la producción de los nuevos modelos de Mercedes (la llamada clase C) a otras dos fábricas, una de ellas en Alemania (Bremen) y la otra en Suráfrica (East London). Ello supondría la pérdida de 6.000 empleos en una región emblemática no sólo para el made in Germany, sino también para la fortaleza de sus sindicatos.
El anuncio forma parte del duro pulso que mantienen la empresa y los representantes de los trabajadores sobre un plan de reducción de costes por 500 millones de euros. Hasta ahora, según DaimlerChrysler, los trabajadores sólo han accedido a renunciar a pagos por 180 millones de euros. "Faltan 320 millones de euros", constató ayer el presidente de la división de Mercedes-Benz, Jürgen Hubbert. Según el directivo, este ahorro se podría lograr, por ejemplo, si se eliminaran bonificaciones del 15% para los turnos posteriores a las 13.00 horas, así como cinco minutos de receso por cada hora trabajada a los que tienen derecho los trabajadores.
Estas lujosas condiciones laborales, conquistadas en épocas de vacas gordas por el sindicato industrial IG Metall, no existen en otras plantas alemanas, por lo que en Bremen se trabaja un total de 72 horas más al año. En las intrincadas conversaciones se están negociando también ampliaciones de la jornada laboral de los empleados administrativos y de I+D. El comité de empresa, que ya durante este fin de semana paralizó durante unas horas la planta de Sindelfingen, anunció nuevas protestas para el próximo jueves.
Similares recortes en las condiciones laborales se anuncian también para los 176.500 empleados alemanes de Volkswagen. En una reunión con la plantilla en Wolfsburgo, sede central de la compañía, el consejero de asuntos de personal, Peter Hartz, adelantó la semana pasada que los costes de personal tendrán que reducirse en un 30% a lo largo de los próximos siete años. La empresa (que en el pasado ya ha flexibilizado mucho sus jornadas de trabajo y opciones salariales) pretende introducir nuevos modelos laborales, como una cuenta personal en la que a lo largo de los años se acumule el tiempo trabajado, hasta llegar a unos topes que posibiliten el trabajo a tiempo parcial o la prejubilación.
"Tenemos que asegurar la competitividad de nuestro grupo", confirmó ayer un portavoz de la empresa, que asimismo subrayó que sólo de esta manera se podrán evitar recortes de plantilla. La argumentación recuerda a la de otras empresas alemanas, como Siemens, que recientemente logró el visto bueno de IG Metall para ampliar la jornada laboral en dos plantas de teléfonos móviles que en un principio debían ser trasladadas a Hungría.
Volkswagen, de hecho, sigue presionando en varios frentes, y la situación tiene visos de empeorar. Según el semanario Der Spiegel, en la reunión con los trabajadores en Wolfsburgo, Hartz también anunció que el grupo próximamente revisará a la baja sus previsiones de beneficios operativos para este año, hasta el momento fijados en 2.500 millones de euros. "La situación es seria", habría dicho el directivo. El portavoz de Volkswagen se negó ayer a confirmar esta información - "no cabe hablar de crisis", dijo- y remitió a una próxima publicación de resultados semestrales, prevista para el 23 de julio. En medio de las especulaciones sobre una caída de beneficios, las acciones de Volkswagen cayeron ayer un 1,2% en la Bolsa de Francfort.
El grupo automovilístico afronta serias dificultades en sus tres principales mercados: Alemania, Estados Unidos y China. Y si en Alemania llueve, en EE UU y China no escampa: en ambos mercados, Volskwagen ha achacado no sólo la fortaleza del euro frente al dólar -la divisa china, el renmimbi, está vinculada a la moneda estadounidense-, sino también una ruinosa guerra de descuentos. Con especial preocupación se registró en Wolfsburgo el reciente anuncio de General Motros de conceder en China un 20% de descuento sobre todos sus modelos.
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