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AL VOLANTE | PRUEBA
Columna
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Conducción diferente

El 300C tiene una imagen poderosa que le distingue de las berlinas europeas de su tamaño. En cambio, el interior es más sencillo y no ofrece el empaque y calidad de materiales de sus rivales de aquí. Igual sucede con la conducción, porque, a pesar de haberse adaptado los reglajes a los gustos europeos y montar de serie el control de estabilidad ESP, presenta algunas carencias habituales en las berlinas americanas.

Sólo cuatro marchas

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Un coloso con limitaciones dinámicas

El motor 3.5 V6 es la versión intermedia del 300C. Tiene 253 CV, que deberían ser suficientes para mover el coche con alegría, aunque es algo más pesado de lo normal (1.746 kilos). Pero monta un cambio automático de sólo cuatro marchas poco apropiado para las carreteras europeas, y el resultado es una respuesta algo perezosa, tanto al arrancar desde parado como, sobre todo, en las marchas largas y al adelantar: el salto excesivo entre segunda, tercera y cuarta penaliza el brío y las prestaciones.

Una lástima, porque, por lo demás, el motor es elástico, equilibrado y silencioso, responde desde 1.000 vueltas y sube hasta 6.500 sin apuros, aunque el ruido aumenta a partir de 6.000. Y una vez lanzado mantiene bien ritmos altos en autopista, aunque con detalles mejorables: si se intenta circular con alegría va cambiando continuamente de cuarta a tercera, y viceversa, y acaba cansando.

Estos aspectos, desde el peso al cambio, etcétera, se reflejan en el consumo, algo más alto que el de los coches de su tamaño y cilindrada. Así, es difícil gastar menos de 10 litros incluso en conducción tranquila, pero tampoco pasa de 15 casi nunca, tanto en ciudad como a ritmos rápidos en carretera.

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Para viajar con suavidad

Aunque el 300C se ha adaptado a los gustos europeos, montando suspensiones más enérgicas y ruedas más grandes, no tiene el refinamiento y la eficacia de las grandes berlinas de prestigio. Los mandos son suaves, y se va bien en carreteras amplias y autopistas, al menos si se circula a ritmos tranquilos: filtra los baches sin que se noten y balancea lo justo. En cambio, en zonas más viradas, y sobre todo cuando se aumenta el ritmo, presenta las carencias típicas de las grandes berlinas americanas: pierde agilidad y precisión en los trazados, acusa el peso y las inercias y transmite los baches a la dirección. Y resulta menos eficaz y agradable de conducir. Afortunadamente, el equipo de serie incluye unos frenos potentes y ventilados que responden sin fatigarse, y el ESP, una garantía para evitar sustos, sobre todo en modelos con propulsión trasera como éste.

El 300C es un coche correcto y cómodo para viajar en carreteras amplias y autopistas, pero siempre que se conduzca en plan tranquilo sin pedirle más de lo que puede dar: tiene un manejo fácil y suave, un interior amplio y accesorios de calidad (climatización, tapicería de cuero...) que hacen agradables los trayectos.

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