La OTAN después de Estambul
La semana pasada, los jefes de Estado y de Gobierno de los 26 países miembros de la OTAN celebraron su cumbre en Estambul. El simbolismo de una ciudad que enlaza dos continentes resultaba especialmente apropiado. En Estambul, no sólo reforzamos el crucial vínculo transatlántico de la Alianza, sino que construimos puentes de cooperación con otras regiones. Después de las discrepancias a propósito de Irak, la cumbre demostró que hay un nuevo empuje en la cooperación transatlántica de seguridad y reforzó el papel de la OTAN como instrumento principal de dicha cooperación. Las decisiones clave que tomamos en la reunión lo dejan muy claro.
Primero, Afganistán. En Estambul, la OTAN decidió extender su presencia estabilizadora. Aumentaremos el número de Equipos Provinciales de Reconstrucción para contribuir a la expansión de la autoridad del Gobierno central y facilitar el desarrollo y la reconstrucción. Asimismo proporcionaremos más apoyo a las próximas elecciones, que son fundamentales para garantizar la paz y la estabilidad a largo plazo y asegurar que el país no vuelva a ser nunca refugio de terroristas.
En segundo lugar, Irak. A petición del primer ministro, Ayad Alaui, la OTAN decidió ofrecer su ayuda para entrenar a las fuerzas de seguridad iraquíes. Además de seguir apoyando a Polonia en su jefatura de la división multinacional en Irak, la OTAN tendrá, a partir de ahora, un papel especial. Resulta muy significativo que esta decisión se tomara coincidiendo con el traspaso de autoridad a un nuevo Gobierno iraquí. Los aliados afirmaron de manera inequívoca su interés común en un Irak estable y dejaron claro que la OTAN debe contribuir a lograrlo. La formación es un terreno fundamental para la estabilidad iraquí, y la OTAN posee experiencia y conocimientos muy valiosos que puede aportar.
Tercero, los Balcanes. Aunque nuestra presencia en Kosovo no se ha modificado, la enorme mejoría de las condiciones de seguridad en Bosnia y Herzegovina nos permitirá concluir la misión de nuestra SFOR, con éxito, a finales de este año. Entonces, la Unión Europea enviará una misión suya, y nosotros le ayudaremos. Pero la OTAN mantendrá su presencia en Sarajevo, sobre todo para ayudar a Bosnia-Herzegovina en la reforma de la defensa. Estamos deseando acoger a este país, Serbia y Montenegro, en nuestro programa de Cooperación para la Paz en cuanto cumplan los criterios pertinentes, que incluyen la plena colaboración con el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia.
En cuarto lugar, la transformación militar. Los aliados decidieron acelerar sus esfuerzos con el fin de dotar a la OTAN de las fuerzas y tecnologías necesarias para llevar a cabo misiones en el siglo XXI, desde los Balcanes hasta Afganistán. La Fuerza de Reacción de la OTAN alcanzará pronto su capacidad operativa inicial, y nuestro nuevo Batallón Multinacional de Defensa, pensado para afrontar las amenazas químicas, biológicas, radiológicas y nucleares, ya está en pleno funcionamiento; todas éstas son ideas propuestas por Estados Unidos y rápidamente llevadas a la práctica por la Alianza. Además, aprobamos varias medidas para mejorar la conexión entre la decisión política de comenzar unas operaciones y el suministro de las fuerzas necesarias, para lo cual, entre otras cosas, se fijarán objetivos en cuanto a la capacidad de utilización y se realizarán cambios en los procesos de planificación de la OTAN.
Quinto, la ampliación y las relaciones de la OTAN. Aunque la cumbre de Estambul fue la primera en la que participaban los siete nuevos miembros de la Alianza -Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia-, dejamos muy claro que las puertas permanecen abiertas y animamos a los que deseen incorporarse a que sigan realizando las reformas necesarias para poder ser miembros. Asimismo emprendimos una nueva fase en nuestras relaciones con los países socios: oportunidades para más cooperación individualizada, mayor énfasis en la reforma de la defensa y un interés más acentuado por el Cáucaso y Asia central. Además, recibimos con agrado el interés mostrado por Rusia y Ucrania en contribuir al Esfuerzo activo, nuestras actividades navales antiterroristas en el Mediterráneo, como un signo más del creciente valor estratégico de nuestra cooperación con dichos países.
Por último, el Mediterráneo y Oriente Próximo. En Estambul, la OTAN decidió abrirse a nuevas regiones de importancia estratégica, en especial Oriente Próximo en general. Ninguna otra región influirá más profundamente en nuestra seguridad, con lo que en ella ocurra, durante los próximos años. Necesitamos un esfuerzo transatlántico coherente para atraer a la región, y la OTAN va a participar en dicho esfuerzo. Acordamos reforzar nuestro Diálogo Mediterráneo con siete países del norte de África y Oriente Próximo, y transformarlo en una auténtica relación de cooperación. Asimismo pusimos en marcha la Iniciativa de Cooperación de Estambul, que ofrecerá colaboración en materia de seguridad a los países de Oriente Próximo. Varios miembros del Consejo de Cooperación del Golfo han expresado ya su interés por colaborar con la OTAN, de modo que contamos con un buen principio.
La cumbre de la OTAN en Estambul fue una sólida muestra de un atlantismo que afronta los retos actuales y futuros y está preparado a abordar los problemas de seguridad donde quiera que surjan. La reunión proporcionó a la OTAN más medios políticos y militares para proyectar la estabilidad en los lugares que más la necesitan. Y, sobre todo, la cumbre reafirmó el papel de la comunidad transatlántica de naciones democráticas y valores comunes como la fuerza más poderosa para la construcción de nuestro futuro.
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