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La huelga de la limpieza en Vélez-Málaga eleva a 500 toneladas la basura sin recoger

Un informe del SAS alerta de que "la situación puede suponer un riesgo para la salud"

Desde el pasado viernes, una huelga indefinida de los trabajadores de la limpieza de Vélez-Málaga ha dejado a este municipio a merced de los malos olores. Alrededor de 500 toneladas de residuos esperan ser recogidos junto a los contenedores. Entre las zonas más afectadas se encuentra la localidad costera de Torre del Mar, cuya población aumenta en las vacaciones de verano. Un informe elaborado por el Servicio Andaluz de Salud (SAS) alerta de que "la situación puede suponer un riesgo para la salud, derivado de la proliferación de gérmenes y bacterias".

En el lateral del camión de recogida de basuras de Vélez-Málaga reza sobre fondo blanco "entre todos más limpieza". El lema parece pedirle a los vecinos que ejerzan de limpiadores. Los encargados de esta labor no lo van a hacer de momento. Con la huelga, iniciada hace cinco días, los trabajadores de la empresa concesionaria Urbaser quieren hacer presión para firmar un nuevo convenio colectivo. La solicitud incluye una subida salarial anual en función del IPC y una jornada que excluya el sábado como día laborable. Han elegido una fecha clave, el inicio de las vacaciones de verano. La reinvidicación daña la imagen del municipio de cara al turismo. Rosa Serén, de Valencia, llegó el viernes invitada por una amiga. "Es la primera vez que vengo pero no pienso volver", afirma.

Mientras el número de turistas baja, la basura se amontona en la calzada. Torre del Mar es una de las zonas más afectadas. En algunas calles, las bolsas de basura invaden la carretera y hay puntos del paseo marítimo donde la confluencia de hasta seis contenedores a rebosar han provocado las iras de vecinos y empresarios. El restaurante Las Áméricas está justo delante de uno de estos depósitos. A la hora del almuerzo no hay ni un alma en su terraza. "Los pocos clientes que vengan van a tener que traer mascarillas", afirma la encargada del local, María Mercedes Santana. La brisa del mar reparte el hedor por los locales situados cerca de la playa.

Los servicios mínimos se reducen a dos camiones, uno a las 8 de la mañana y otro a las 11 de la noche, que no están aliviando la situación. Los vehículos tienen más trabajo y emplean más tiempo, lo que ha ocasionado atascos y disputas entre vecinos y trabajadores. Estas salidas son las únicas autorizadas por la plantilla. "Hay piquetes. Se turnan junto a los contenedores", señala José Gómez, dueño de un quiosco.

En un intento por llegar a un acuerdo, los trabajadores han aumentado de tres a cuatro años el plazo dado a Urbaser para acometer los cambios, según Alejandro Fernández, presidente del comité de empresa.

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