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Análisis:AUTOMOVILISMO | Gran Premio de Francia de fórmula 1
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Francia, en horas bajas

Desde la retirada de Alain Prost, Francia espera la llegada de un piloto que le devuelva la grandeur perdida. El último francés en ganar una carrera de F-1 fue Olivier Panis, sorprendente vencedor del Gran Premio de Mónaco de 1996. Entonces fue recibido por los aficionados franceses como la gran esperanza blanca, el hombre que les daría todo lo que el inigualable Jean Alesi siempre parecía prometer, pero nunca ofreció, excepción hecha del Gran Premio de Canadá de 1995, el solitario triunfo en la carrera de un piloto con un inmenso talento y una gran dosis de mala suerte.

Lejos quedan los tiempos del profesor Prost y aún más de las carreras en las que los franceses ocupaban uno de cada tres asientos en las parrillas de salida. La eclosión se inició a finales del decenio de los sesenta -cuando Francia reclamaba para sí un estatus de gran potencia en todos los ámbitos y el automovilismo no podía ser menos- de la mano de Matra, exponente de la industria aeroespacial y armamentística, que llegó incluso a fichar al campeón británico Jackie Stewart para sacar adelante su proyecto.

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Ésa fue la señal para que la cantera francesa empezara a producir personajes del calibre de Jean Pierre Beltoise, Henry Pescarolo o el mejor de todos ellos, el bello François Cevert, muerto en un accidente en los entrenamientos del Gran Premio de Estados Unidos de 1973.

La retirada de Matra vio la llegada a la F-1 de Ligier y Renault, el gran momento de los motores turbo y la nueva ola de pilotos fraceses: Jacques Laffite, François Depaiullier, Jean Pierre Jabouille, Jean Pierre Javier, René Arnoux o Didier Pironi. Y de todo ello surgió el emblemático Prost, la referencia final de toda una generación.

Para un país que rivaliza con Gran Bretaña en la afición por el deporte del motor, que ha estado presente en toda su historia tanto en cuanto a pilotos como en lo que a motores y escuderías se refiere, Francia atraviesa ahora una curiosa situación. Panis parece a punto de retirarse, o ser retirado, y el único talento que espera es Frank Montagny, el piloto de pruebas de Renault. La paradoja es que el mejor regalo que han recibido los aficionados franceses este año es la victoria del italiano Jarno Trulli en Mónaco y la pole position y el segundo puesto de Fernando Alonso en Magny Cours. Ambos, por supuesto, con Renault.

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