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Reportaje:

Bali se recupera del horror

La isla más turística de Indonesia, fiel a la presidenta Megawati Sukarnoputri, vigila a la minoría musulmana

Bali es, de las 17.000 islas que tiene Indonesia -de las que casi 6.000 están habitadas-, la que muestra un mayor fervor por Mewagati Sukarnoputri. La presidenta, a su vez, cultiva con esmero a los más de dos millones de votantes que hay en este paraíso tropical, tal vez consciente de que en el resto del país ha perdido la enorme popularidad con que llegó al poder. Cerrada el jueves la campaña electoral para las elecciones presidenciales del lunes, Megawati viajó ayer a Bali para inaugurar un hospital, prometido tras el atentado que dejó 202 muertos y 500 heridos en octubre de 2002 y que puso en evidencia las graves carencias sanitarias de la isla.

"Votaré por Megawati porque ha logrado preservar la estabilidad política y económica del país en el difícil periodo de la transición hacia la democracia", afirma Kompong Gere, que trabaja en una de las muchas tiendas de muebles de artesanía que hay en el interior de la isla.

"Los radicales islámicos vinieron aquí a saldar sus cuentas con Occidente"

Kompong argumenta con vehemencia su apoyo a la presidenta en las primeras elecciones presidenciales directas de la historia de Indonesia, pero muchos otros contestan que la votan por "fidelidad y respeto a su padre" -Sukarno fue el primer presidente del país y el general que logró ganar la guerra a los holandeses para hacer efectiva, en 1949, una independencia que proclamó en 1945-. Las mujeres, sobre todo, se limitan a decir entre sonrisa y sonrisa que votan a Megawati porque su "abuela era balinesa y porque es mujer".

Cuando en 1999 el partido de Megawati (PDI-P) y el Parlamento de entonces no se atrevió a elegirla presidente y nombró en su lugar a Abdurrahman Wahid, líder de la mayor organización musulmana del mundo, Nahdlatul Ulama, los balineses se echaron encolerizados a la calle; prendieron neumáticos, cortaron palmeras y protestaron con furia hasta el día siguiente en que volvieron con normalidad a su trabajo.

Pero no es el apoyo a Mewagati lo que hace de Bali un caso único en Indonesia, sino el que el 91% de la población es de religión hindú. De ahí el rencor que levantó en muchos balineses, el que "los radicales islámicos viniesen aquí a saldar sus cuentas con Estados Unidos, Australia u Occidente", en lugar de hacerlo en cualquier otra parte del país de mayoría islámica, comenta el empresario hotelero Gede Wirantha. El 85% de los 230 millones de indonesios son musulmanes.

Bali, que depende en un 80% de turismo, aún no se ha recuperado del impacto que causó en la economía la explosión de tres bombas en un restaurante y una discoteca, el 12 de octubre de 2002, de una de las zonas más concurridas de la isla, Kuta. El restaurante Paddy ha reabierto sus puertas un par de casas más arriba y el Club Sary es un socabón sin escombros, cuyo destino último sigue sin decirse cual será.

El prestigioso sadu (sabio hindú) Made Gunung asegura que los lazos entre la mayoría hindú y la minoría musulmana no se deterioraron a raíz del atentado y sostiene que, por el contrario, se ha creado un nuevo espíritu de cooperación entre las dos comunidades. Sin embargo, ya existen denuncias de los impedimentos y problemas que la policía local pone a los musulmanes establecidos en Bali o que pretenden encontrar aquí un trabajo. "Con la excusa del terrorismo, se ha impuesto el registro de todos los que pasan en la isla más de un mes y se ha aprovechado para expulsar a Java a miles de javaneses", afirman fuentes diplomáticas. Java es el corazón de Indonesia, una isla de apenas un tercio el tamaño de España en la que viven 100 millones de personas.

Pese a las acusaciones de corrupción que circulan contra el marido de la presidenta, los balineses se empeñan en ver en Megawati como su mejor defensora, aunque en privado algunos se atreven a confesar que no les gusta que haya elegido a un imán, Hasyim Muzadi, para hacer campaña con ella como vicepresidente. Lo único que aquí se repite sin cesar es que quieren un presidente que dé seguridad y estabilidad a Indonesia. Los más atrevidos dejan caer que "si no hay seguridad no tiene sentido que Bali, con una etnia, una cultura, una religión y una lengua diferentes, permanezca inmersa en un inmenso país".

En la última encuesta realizada por IFES (un instituto de opinión pública que recibe apoyo de Naciones Unidas y Estados Unidos), y dada a conocer el 1 de julio, el favorito de los comicios seguía siendo el general en la reserva Susilo Bambang Yudhoyono, con el 44,4% de los votos. Le seguían en expectativas de voto: el también ex general Wiranto (acusado por Naciones Unidas de crímenes contra la humanidad durante la independencia de Timor Este), con un 13,8%; Megawati (12,5%); Amien Rais (candidato de la organización islámica muhamadiyah, 10,8%) y sin posibilidades ningunas de llegar a la segunda vuelta, el quinto y último candidato Hamzah, con un 2%.

Policías exploran las ruinas del Club Sary, en Bali, un día después del atentado del 12 de octubre de 2002.
Policías exploran las ruinas del Club Sary, en Bali, un día después del atentado del 12 de octubre de 2002.AP

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