Carta a un compañero
Hola Carlos, viejo amigo, ¿cómo te va la vida? Seguro que muy bien a pesar de lo reacio que te mostrabas en su día a acogerte a la "jubilación LOGSE", -como todos la conocemos-, y dejar esta bendita labor docente a la que has dedicado casi cuarenta años de tu vida y que has amado profundamente. Quizás ahora te alegres de la decisión tomada al comprobar por las tertulias con amigos y ex compañeros la situación actual.
Efectivamente hoy no educamos para minorías, como antes, simplemente no educamos a nadie. ¿Te acuerdas cuando cuidábamos poco las formas porque considerábamos mucho más importante el fondo? Afortunadamente eso se ha perdido; el número de memorias informativas, informes, relaciones de objetivos, currículos, actividades, etc.., ha crecido exponencialmente, somos unas maquinas burocráticas perfectamente entrenadas, ya que nuestra otra labor, la docente, está un tanto hibernada.
¿Y que te parece que evaluamos a los alumnos antes de acabar el curso? Sí, como lo oyes, no acabamos las clases hasta el día 22, pero podemos y tendremos que evaluar antes aunque las clases continúen posteriormente, y es que lo importante, repito, son las formas, la imagen, a pesar de lo absurdo e incongruente que te pueda parecer la norma; si estuvieras aún con nosotros te lo habrían explicado (otra cosa distinta es poder entenderlo).
Además hemos conseguido "traer septiembre a junio". Sí, un alumno que a lo largo de nueve meses de curso no haya alcanzado los mínimos exigibles puede en cuarenta y ocho horas, -y con la ayuda inestimable de un informe individualizado donde se le recuerda todo lo que no sabe, no ha hecho y no le interesa-, superar todas esas deficiencias si no académicamente, a lo mejor administrativamente.
Del tema de la dirección, -y demás cargos directivos de los centros-, ¿te acuerdas de aquellas luchas entre diversos candidatos por alcanzarla? Hoy, afortunadamente, esa rivalidad fratricida se ha acabado y todos, prácticamente, nos mostramos reacios a ostentar ese y cualquier otro cargo.
En fin, que tantos avances y mejoras, a lo mejor te hubieran resultado difíciles de digerir, y por eso pienso que estás mucho mejor en tu casa, rememorando esos tiempos donde teníamos ilusión por enseñar, por acudir a aula, y donde el alumno (entonces solo eran alumnos no alumnos/as) y al padre, (hoy padre y madre), sólo le decíamos: "su hijo tiene que estudiar más, tiene dificultades para comprender, arrastra un problema de base, etc.", lo que uno y otros entendían quizás mucho mejor que los elaborados informes que tengo aquí. En definitiva, Carlos, te tenemos una sana envidia al verte emérito sin poder disfrutar de los nuevos tiempos.
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