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El BCE todavía no se decide sobre una posible modificación

El Banco Central Europeo (BCE) mira con mucho interés lo que ocurre en EE UU, aunque los analistas no esperan que emule a la Reserva Federal hasta el inicio de 2005. Esto, al menos, es lo que cree la mayoría de los llamados ECB Watchers, los expertos dedicados única y exclusivamente a dilucidar la política monetaria. El mismo banco central hasta ahora no ha dado ninguna muestra de querer modificar el actual tipo del 2%. Su presidente, Jean-Claude Trichet, desde hace meses mantiene todas las opciones abiertas y, si acaso, señala que la postura de la autoridad monetaria es "neutral".

A diferencia de lo que sucede con la Reserva Federal -que, según sus estatutos, debe ocuparse también de la buena marcha de la economía-, el único cometido oficial del BCE es garantizar la estabilidad de los precios. Según la actual estrategia, ello significa ajustar el precio del dinero de tal modo que la inflación en la zona euro resulte "inferior, pero cercana al 2%". El BCE sólo lo ha logrado en uno de los cinco años que lleva de existencia.

Tal y como van las cosas, también en 2004 la inflación volverá a situarse levemente por encima del 2%, según ha admitido ya Trichet. Ello, sin embargo, no tiene que acarrear una subida de tipos. Países como Alemania, la mayor economía europea, aún están lejos de despegar y necesitarían una bajada de tipos, una opción que el BCE -obligado a mirar toda la zona euro- parece haber descartado.

El aumento de la inflación se debe casi exclusivamente a la subida de los precios del petróleo. Ésta se ha atenuado tras la decisión de la OPEP de aumentar la producción y hasta ahora no parece dar lugar a los llamados "efectos de segunda vuelta" que tanto teme el BCE: fuertes aumentos salariales para compensar el incremento de los precios de consumo cotidiano.

Al volver más apetecible la moneda estadounidense, un aumento del precio del dinero por parte de la Reserva Federal podría estabilizar también el actual tipo de cambio entre el euro y el dólar, un desequilibrio que había disparado todas las alarmas por las negativas repercusiones sobre las exportaciones europeas.

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