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Reportaje:INICIATIVA | Flor Marina

Un ejemplo para generar riqueza

La cooperativa gaditana comercializa flores y productos de invernadero

La cooperativa Flor Marina, nacida en el seno de una comunidad ganadera de la pedanía portuense del poblado de Doña Blanca (Cádiz), no sólo ha logrado sobrevivir a las dificultades del tiempo, sino que, con su actividad, ha conseguido mejorar las condiciones económicas de la población, de unos 600 habitantes, que hoy dirigen su esfuerzo hacia labores agrícolas de cultivos de flor, superando la vieja dependencia del ganado.

Flor Marina es considerada hoy en la provincia de Cádiz como ejemplo de que, con ahínco, el método cooperativista es capaz de generar riqueza y puestos de trabajo duraderos. "Nacimos en 1985 como grupo juvenil. Éramos chavales del campo con ganas de desarrollar actividades sociales y culturales. En esa época se instaló en el poblado una escuela de educación de adultos que, entre otras materias, ofrecía cursos de cooperativismo". Estos recuerdos pertenecen a José María Montes, presidente de la cooperativa Flor Marina, que a sus cuarenta años mira el futuro con la misma ilusión que entonces. "Ya tenemos experiencia y sabemos dónde no nos tenemos que meter", explica sonriendo.

"En aquella época estábamos muchos más aislados. La mayoría de nosotros no habíamos terminado la E G B, y nos pareció que la fórmula de cooperativa podría ser buena". Así inició su andadura una experiencia, casi piloto en la mitad de la década de los años ochenta, en la que han invertido media vida.

En su origen, Flor Marina nació con ocho miembros, y estuvo dedicada al entonces incipiente negocio del cultivo de flor, que más tarde se ha consolidado como uno de los ejes económicos de las ciudades vecinas de Chipiona y Sanlúcar de Barrameda.

De aquellos ocho jóvenes, aún quedan cuatro como miembros de la cooperativa, entre ellos Milagros Marroquí, la hoy esposa de Montes. Han logrado diversificar su producción, que ya abarca el cultivo de todo tipo de plantas de jardín y la manufactura de la flor como elemento ornamental. La sociedad cuenta con un vivero de 15.000 metros cuadrados y dos tiendas en El Puerto y en la Pequeña Holanda, otra cooperativa agrícola establecida en Arcos de la Frontera.

De hecho la cooperativa da trabajo a mano de obra contratada. "Necesitamos habitualmente entre cuatro y cinco empleados para la labor del invernadero", dice. Pero sorprendentemente, en una provincia, la de Cádiz, con la mayor tasa de desempleo de Andalucía, Montes asegura: "Tenemos muchas dificultades a la hora de encontrar personal para trabajar porque son horas al sol que la gente ya no está dispuesta a echar, y los pocos que lo hacen no están cualificados".

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De hecho, en la actualidad, Flor Marina da trabajo a inmigrantes y ha recurrido a la red de artesanos andaluces que, entre otros, pretende dar una salida laboral a ex toxicómanos. "La experiencia fue muy buena. Cuando se logran reinsertar, demuestran una capacidad de trabajo enorme", explica el presidente de la cooperativa.

El futuro, según Montes, pasa por la modificación del sistema de ayudas públicas a las cooperativas. "Nosotros nos hemos beneficiado de ayudas del Instituto de Fomento de Andalucía. De hecho fuimos uno de los primeros proyectos presentados para obtener financiación", recuerda. Sin embargo, ahora las ayudas están vinculadas a las inversiones del cooperativista, se lamenta. "El problema es que estamos muy limitados para hacer inversiones porque casi vivimos al día y por lo tanto, no podemos acceder a la mayoría de las ayudas", agrega Montes.

Por otra parte, el presidente de la cooperativa asegura que es necesaria una mejora de la organización del sector de invernaderos. Denuncia que "todo el sacrificio lo hace el agricultor, no lo hacen las empresas comercializadoras". Montes añade que los agricultores deberían unificar los precios de venta, para evitar que los dicte el mercado. "En muchos casos nos hacemos competencia entre nosotros mismos y el resultado es que abaratamos los precios para poder colocar la producción, y eso nos perjudica a todos", dice el presidente de la cooperativa.

El ejemplo de Flor Marina es seguido ya por otros jóvenes de la zona, tradicionalmente dedicada al ganado. Los altos costes de producción y el estricto marco de la Unión Europea para la crianza están haciendo que muchos productores renueven sus instalaciones ganaderas y dediquen su esfuerzo a labores con más garantías de futuro. La experiencia de Flor Marina demuestra que puede hacerse.

El valor de la formación

Flor Marina tuvo su origen en la inquietud de los jóvenes del Poblado de Doña Blanca por mejorar sus condiciones. El entonces profesor de los cursos de adultos en este núcleo rural, Juan Rincón, recuerda que las clases excedían de la mera actividad lectiva. "Abordábamos muchas más cuestiones porque notábamos que sus inquietudes reales eran las de buscar alternativas económicas y de ocio para el pueblo", recuerda Rincón. Así nacieron una asociación de vecinos y los cursos de cooperativismo.

Para Rincón, vinculado a movimientos obreros de base, el aprendizaje es una pieza esencial para el éxito de cualquier proyecto laboral, "como lo es también la formación continua y el intercambio de experiencias". "Los cooperativistas saben cuáles son las dificultades reales, y la comunicación entre ellos favorece la aplicación de soluciones que ya han demostrado su efectividad", asegura Rincón.

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