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Colonias y extranjero

Juan Ignacio Crespo

La inversión en países emergentes a través de instituciones de inversión colectiva se remonta, como mínimo, a mediados del siglo XIX, pues, si bien lo que hoy conocemos como fondos de inversión tiene su origen en EE UU (1925), algunos vehículos de inversión colectiva ya habían hecho su aparición en 1868: el caso más conocido es el del que se considera como fondo más antiguo del mundo, el Foreign & Colonial.

Desde entonces para acá ha corrido mucha agua bajo los puentes; con muchas crisis que convertían en papel mojado la inversión en emergentes, y algunas quiebras sonadas atribuibles a este tipo de actividad: aunque es bien conocida la quiebra del banco Barings, ocurrida hace 10 años, por las actividades especulativas de uno de sus operadores, no lo es tanto el que este mismo banco ya hubiera quebrado cien años antes por motivos relacionados con la inversión en países emergentes.

Los fondos de inversión en renta fija emergente son, pues, un instrumento de alto riesgo, aunque en los últimos cinco años se haya revelado como una de las mejores: los fondos que se distribuyen en España y que invierten en renta fija global (es decir, de países emergentes de las diferentes partes del mundo) acumulan para ese periodo y en promedio anual una rentabilidad del 9,28%.

La posibilidad real de invertir en esta clase de fondos ha estado, sin embargo, muy limitada, ya que hasta 1999 no se constituyó el primer fondo de estas características domiciliado en España.

En 2004, la evolución de la rentabilidad de esta clase de fondos ha sido muy parecida a la de los que invierten en otra clase de activos: un buen comportamiento en enero, febrero y marzo, y pérdidas en los de abril y mayo. En junio parecen estar recuperándose de nuevo y, de conjunto, para la parte transcurrida del año, su rentabilidad media acumulada es del 0,58% (aunque sólo una semana antes estuvieran acumulando pérdidas). ¿A qué se debe todo esto?

La respuesta no es difícil de encontrar: la misma inquietud que ha recorrido a los otros mercados ante la inminencia de una subida de tipos de interés por parte de la Reserva Federal está afectando también a los fondos de renta fija emergente. En este caso, la desconfianza inversora se torna más acusada, si cabe, pues las grandes crisis por las que ha pasado la deuda de los países en desarrollo han estado provocadas en buena parte por la subida de tipos de interés en EE UU, algo que encarecía el coste de la deuda exterior de esos países, normalmente denominada en dólares.

El problema, además, es que los inversores están acostumbrados a que en los últimos años los fondos de renta fija emergente hayan mejorado más que proporcionalmente. Para hacerse una idea baste recordar que, en los tres últimos años, la rentabilidad media anual de los fondos de renta fija en dólares ha sido del 5,15%, mientras que la de los de renta fija emergente global en ese mismo plazo ha superado el 13%.

Juan Ignacio Crespo es director general de Finanduero.

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