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Reportaje:36º CONGRESO DEL PSOE

Un congreso para perdurar en el poder

El PSOE afronta por primera vez en 10 años su máxima asamblea sin tensiones ideológicas visibles

"Los mejores días del PSOE están por llegar. Os convoco a la esperanza". Éste fue el broche del discurso de José Luis Rodríguez Zapatero el 22 de julio de 2000, recién elegido secretario general, un puesto que le disputaron José Bono, Rosa Díez y Matilde Fernández. Fue el 35º congreso de un partido con más de 120 años de historia.

Cuatro años después, el PSOE ha ganado las elecciones. Y todas las energías se van a emplear en el 36º Congreso, que se celebrará en Madrid del 2 al 4 de julio, para que la estancia en el poder sea lo más larga posible. Toda la ponencia marco gira en torno a esa idea: "El PSOE debe conservar e incrementar la mayoría expresada en las urnas el 14 de marzo".

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El cónclave se abre el próximo viernes. Durante tres días, 1.000 delegados se esforzarán en alumbrar resoluciones y proyectos que interesen a los ciudadanos. Zapatero tendrá razones para mostrarse satisfecho cuando defienda, en la primera jornada, la gestión de su Comisión Ejecutiva Federal. En apenas cuatro años, el PSOE ha pasado del declive electoral y la crisis de liderazgo a recuperar el poder.

"Esta vez no va a haber traumas ni por los nombres ni por el diseño estratégico", vaticina el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda. "Y las disputas territoriales estarán ausentes". "Pero en los congresos socialistas", advierte el presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, "se sabe siempre cómo se entra, pero nunca cómo se sale".

Todo apunta, sin embargo, a que Zapatero se presenta con las manos bastante libres para convencer a los delegados de que voten a los hombres y mujeres (al 50%) que va a proponer para la nueva ejecutiva. Y de que aprueben también su proyecto político.

Manos libres para el líder, pero... sin que se olvide la opinión de Ferraz, sede del partido. Felipe González pronunció una vez una frase que abrió una época de olvido del partido: "Se gobierna desde Moncloa". Como recuerda el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, Zapatero corrigió la idea tras haber ganado las elecciones: "Se gobierna en Moncloa, pero con Ferraz".

¿Cuál será el asunto más importante sobre el que se debata? Según el secretario de organización del partido, José Blanco, del congreso debe salir el proyecto interno y externo que permita al PSOE tener una mayor cercanía con la sociedad.

Pero son mayoría los que piensan que, como siempre, el debate territorial se producirá, aunque no esté en el guión oficial que maneja la ejecutiva saliente. "El modelo de Estado saldrá a debate. Y también el sistema de financiación de las comunidades, porque lo que defiende Pascual Maragall no concuerda con el programa electoral del partido".

Esta declaración la formula un dirigente regional que pide, al igual que otros, que se preserve su anonimato porque en estos momentos "dulces" cualquier disonancia en el PSOE resulta estridente y sería un borrón para quienes aspiran a ser uno de los 25 miembros de la nueva ejecutiva.

Cuando llegue la discusión sobre el modelo de financiación de las comunidades autónomas se pondrá a prueba la cohesión en el partido. La complejidad territorial de España "la entiende mejor que nadie" el PSOE, según repite Zapatero, para quien "el PSOE es el partido que más se parece a España". Pero quizá porque las declaraciones del presidente de la Generalitat de Cataluña, Pasqual Maragall, perturban a la organización en su conjunto y porque Zapatero pretende que "todo el PSOE se involucre en todo", el congreso va a reforzar un órgano que ya existe, el Consejo Territorial.

La pretensión de Zapatero es que los barones, es decir, secretarios regionales, presidentes autonómicos y un representante municipal, en este caso Francisco Vázquez -como presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias-, estén en ese Consejo y no ocupen un lugar en la ejecutiva. Esa especie de senado interno será el lugar donde los socialistas discutan reivindicaciones y aspiraciones autonómicas.

Pero incluso los más preocupados por el modelo territorial reconocen que todavía no hay ningún "anteproyecto, proyecto o ley" sobre estas y otras muchas materias que pueda inducir a la controversia. Hace sólo tres meses que Zapatero sometió a las urnas su programa electoral.

Ahora, subraya un miembro de la ejecutiva, no tiene sentido discutir si el vicepresidente segundo y ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, va a tener dificultades con el partido, con la sociedad o con los sindicatos si recorta las aspiraciones de los ministros de áreas sociales. "Tampoco se sabe si la comunidad educativa estará o no en paz o en qué plazo los ciudadanos con dificultades insalvables para aspirar a una vivienda pueden comprobar que los poderes públicos ponen más fáciles las cosas. En determinadas comunidades autónomas querrán ver si el agua llega, una vez paralizado el trasvase del Ebro", explica otro miembro de la dirección saliente.

En vísperas del congreso, los líderes territoriales no están por la labor de poner trabas al proyecto global. Juan Carlos Rodríguez Ibarra, José María Barreda o Marcelino Iglesias, presidente del Gobierno de Aragón, comparten la condición de gestores de un poder considerable. y ponen el énfasis en materias de gobierno para discutir en este congreso. A Ibarra le preocupa especialmente la educación, el debate sobre la investigación con células madre, el desarrollo de los pueblos, para que no mueran. "Hay que debatir los grandes retos del siglo XXI, y no las bagatelas cotidianas de siempre", asegura.

El aragonés Marcelino Iglesias considera que estos momentos "sin tensiones ni luchas" hay que aprovecharlos para hacer ajustes en el partido y conseguir que sea más democrático y más participativo". En los últimos 10 años han sido los barones los que hacían valer su peso. "Y menos mal", reconocen ahora varios dirigentes socialistas, "ya que gracias a ellos no hubo vacío de poder".

Ahora, las relaciones de Zapatero con los barones autonómicos son inmejorables, según reconocen en privado varios de ellos. El líder socialista se considera especialmente amigo de Juan Carlos Rodríguez Ibarra y sus relaciones con Manuel Chaves, que volverá a ser presidente del PSOE, se han estrechado mucho en estos cuatro años. La relación política y afectiva se repite en el caso de José María Barreda, de Castilla-La Mancha; de Vicente Álvarez Areces, presidente del Gobierno de Asturias, y también con Pasqual Maragall. Zapatero ha señalado en momentos de tensión, como la crisis por la exigencia de destitución de Josep Lluis Carod-Rovira, que sólo la buena relación personal con Maragall evitó un conflicto de gran calado.

Y el gran asunto de los congresos de los partidos, es decir, el reparto de poder plasmado en la composición de la ejecutiva federal, tampoco está suscitando en esta ocasión tensiones. De nuevo, otra prueba de que Zapatero tiene las manos libres para rodearse del equipo que estime más oportuno. Eso sí, José Blanco, hombre fuerte indiscutible del nuevo equipo, está recibiendo a los secretarios regionales, por indicación de Zapatero, para conocer sus pretensiones y el estado de sus federaciones.

El panorama que pintan los dirigentes socialistas consultados no es idílico, pero está condicionado por recuperación de moral que siente la organización después de bastantes años de abatimiento. Saben que los problemas están por llegar, pero también parafrasean al que fuera su presidente, Ramón Rubial, cuando decía que, en efecto, el poder desgasta, pero más desgasta estar en la oposición.

José Blanco, el pasado jueves, durante una reunión preparatoria del congreso.
José Blanco, el pasado jueves, durante una reunión preparatoria del congreso.GORKA LEJARCEGI

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