Aulas prefabricadas
Dicen mis papás que cuando los miembros de la comunidad escolar (maestros, profesores o alumnos) necesitan algo deben dirigirse a la Consejería de Educación porque allí trabajan las personas encargadas de que los colegios y los institutos funcionen bien. Tengo un problema muy gordo en mi cole. Estoy muy preocupado porque he oído que el curso que viene tendré que estudiar en un aula prefabricada. No entendía que quería decir eso pero mi mamá me lo ha explicado: a partir de septiembre para dar clases ya no entraré en el edificio del cole, sino que me quedaré en el patio donde pondrán una lata, como la de las sardinas, pero gigante y con pupitres y pizarra dentro. ¡Uf! ¡No me va a gustar! ¡Y me da miedo! Ya no sé si voy a querer ir al cole. Mi seño también tendrá que entrar con nosotros. ¡Pobrecita! A ella tampoco le va a gustar ser una sardina, pero como es mayor tendrá que sonreír y repetirnos que allí no hace calor, ni frío, y que el ruido que hacen la lluvia o el viento al golpear nuestro techo y paredes de hojalata no nos desconcentra, sino que nos acompaña, y que estamos muy, muy comoditos para aprender mucho. No hay aulas para todos. ¡Qué problema! Podríamos meternos en la biblioteca, o en el aula de música, o en el comedor, o adecuar el gimnasio para dar clase. ¡Claro! Si nuestro colegio tuviera alguna de estas instalaciones que nos corresponden según la ley. Pero lamentablemente no tiene ninguna. ¡Menos mal que se me ha ocurrido pedir ayuda a la consejería! Estoy seguro de que encontrará la solución, y así ni mis amiguitos ni yo tendremos que quedarnos en el patio cuando haga frío o calor.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.