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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Delicias de AUNACABLE

El pasado 21 de junio, sobre el mediodía, nos quedamos sin servicio de internet y televisión, contratados con AUNACABLE. Pensando que se trataría de una avería transitoria, como otras veces, no avisamos al servicio técnico hasta unas horas después, exactamente a las 15.20 h. En ese momento no tenían ninguna noticia del incidente, que afectaba a varios clientes del mismo bloque donde vivo. Viendo que pasaban las horas sin que se restableciera la señal y sin tener la menor noticia de lo que pasaba, volvimos a llamar. Hasta siete veces, y siempre con personas distintas, tuvimos que repetir los datos de la incidencia, y en ninguna de ellas recibimos más que un frío: "Estamos en ello. Ya le avisarán cuando se restablezca el servicio", y frases parecidas.

Una de las veces, al bien aleccionado interlocutor de la compañía se le escapó que los técnicos habían detectado una obra en el bloque que podía haber afectado al cableado. Hicimos averiguaciones y no había ninguna obra en ese momento ni nadie, ni el portero ni los clientes afectados, habíamos visto a ningún técnico por allí, como ocurre otras veces. En otra ocasión se nos dijo que la compañía disponía de entre 24 y 48 horas para reparar la avería. Consultamos atentamente el contrato, y lo único que hemos encontrado es que pasadas 24 horas de interrupción del servicio, "el cliente tendrá derecho a la devolución de la parte proporcional de la cuota fija de abono". Por el contrario, en otro apartado, la compañía "se compromete a adoptar las medidas necesarias para asegurar la permanencia, continuidad y calidad de la prestación de los servicios contratados".

Pues bien, el servicio no se restableció, y de pronto, hasta el día 22 a las 22.30 h., es decir, 32 horas y media después del primer aviso. Ahora viene lo mejor. El 23, a las 10.30 de la mañana, llamamos a facturación para pedir que nos descuenten en el próximo recibo las horas en blanco. Una señora, siempre con la misma voz plana y distante, me informa que éste no es el momento, sino cuando reciba en julio la factura. O sea, que entonces tengo que volver a llamar, recordar el caso, repetir por enésima vez los datos y solicitar el descuento, como si fuera un favor. Delicioso, ¿verdad?

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