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ASTROFÍSICA

Primeras medidas de la masa de enanas marrones

Las estrellas de muy baja masa son un tipo de objeto astronómico difícil de observar y en consecuencia aún mal conocido por los científicos. Se trata de objetos que, por su tamaño, están en la frontera entre los planetas y las estrellas. Saber cómo son puede ser importante también para entender la formación de planetas. Así, en otras estrellas se puede estimar la masa si se conoce la temperatura, por ejemplo, pero no en las de muy baja masa. Dos grupos de astrónomos, con varios investigadores españoles, han logrado por primera vez medir la masa de estrellas muy poco masivas, en concreto de dos enanas marrones. El trabajo es un éxito de la óptica adaptativa, una técnica que permite a los telescopios terrestres acercarse en resolución a los espaciales.

El grupo liderado por Hervé Bouy, del Instituto Max Planck, y del que forma parte Eduardo Martín, del Instituto de Astrofísica de Canarias, observó durante cuatro años un sistema binario a 40 años luz de distancia. Ahora publican los resultados en la revista Astronomy & Astrophysics: El sistema está formado por una estrella de muy baja masa -sólo el 8,5% la del Sol- y una enana marrón, que es aún más pequeña -el 6% la masa del Sol-. Están muy próximas entre sí, apenas dos veces y media la distancia de la Tierra al Sol, y orbitan una en torno a la otra una vez cada 10 años.

Estrellas fallidas

Las enanas marrones son estrellas fallidas, porque no tienen suficiente masa como para iniciar la fusión estable del hidrógeno en sus núcleos, aunque sí queman deuterio (un isótopo del hidrógeno).

Las estrellas observadas por Buoy están tan juntas y brillan tan poco que para estudiarlas ha hecho falta un alarde tecnológico. Los investigadores usaron uno de los cuatro VLT, del Observatorio Europeo Austral (ESO), en Chile; el Keck I, en Hawai; y el telescopio espacial Hubble. La separación de las dos estrellas entre sí en el cielo equivale a una moneda de un euro vista a 25 kilómetros de distancia. Los astrónomos no hubieran podido hacer el trabajo sin la óptica adaptativa, que consiste en que el espejo del telescopio contrarresta con movimientos rapidísimos el temblor constante de la atmósfera, que deforma la imagen.

El otro grupo (liderado por María Rosa Zapatero Osorio, del Laboratorio Espacial de Física Fundamental de Madrid) ha recurrido al telescopio Keck II, también con óptica adaptativa. Publicará los resultados en The Astrophysical Journal.

Para Eduardo Martín, miembro de ambos grupos, estos trabajos no sólo van a permitir que se entiendan mejor las enanas marrones. El éxito de la óptica adaptativa significa, según Martín, que se está yendo por "el buen camino para detectar planetas de modo directo y no sólo infiriendo su existencia indirectamente como hasta ahora, y para analizar las moléculas y elementos químicos en sus atmósferas".

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