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Los 'imparables' se definen como un grupo de poetas "entusiastas"

Proa publica una antología donde figuran nueve jóvenes autores catalanes

El núcleo duro de poetas imparables, formado por Sebastià Alzamora, Hèctor Bofill y Manuel Forcano, se ha ampliado con la incorporación de Susanna Rafart, Lluís Calvo, Isidre Martínez Marzo, Joan-Elies Adell, Maria Josep Escrivà y Txema Martínez Inglés. Los nueve se calificaron ayer como un grupo de poetas "entusiastas" en la presentación de la antología Imparables (Proa), editada por Sam Abrams y Francesco Ardolino, que señaló que el volumen es fruto de un diálogo entre unos poetas que han concretado sus afinidades en el manifiesto que abre el volumen.

La denominación de origen de imparable se atribuye a Hèctor Bofill, que al ganar el Premio Josep Pla de narrativa del año pasado sacudió al público que celebraba la tradicional cena literaria del hotel Ritz con un grito de entusiasmo: "¡Somos una generación imparable!". Isidor Cònsul, editor de Proa, calificó el acto de presentación de ayer de "momento epifánico". El crítico, poeta y traductor Sam Abrams celebró la consolidación de un grupo de escritores que creen en la alta literatura y que aseguran el relevo generacional en las letras catalanas. Abrams aclaró que Imparables es una antología de paredes permeables y reconoció que se hubieran podido incluir voces como las de Ramon Ramon, Júlia Zabala, Josep Lluís Aguiló, Marc Masdéu y Pere Antoni Pons.

"Los poetas imparables se han educado en democracia", explicó Abrams. "Para ellos no hay nada prohibido o sagrado. Todo se puede cuestionar". Tanto Cònsul como Abrams elogiaron la profunda conciencia política de estos nueve poetas. "No me podría dedicar a la reflexión política" señaló Bofill, profesor de Derecho Constitucional, "si no tuviera este núcleo germinal de la poesía. Decimos siempre que no salvaremos a la patria, pero al final quizá sí la vamos a salvar". Txema Martínez Inglés apuntó la riqueza de procedencias de sus compañeros. "Hay imparables en Lleida, Valencia, Mallorca, Barcelona... El territorio está bien cubierto". Lluís Calvo dio por terminado el espejismo del oasis catalán, "que no era más que agua estancada". Bofill afirmó también en tono combativo percibir cierto odio contra los imparables, que interpretó como un indicio de la resistencia que existe ante la renovación de la literatura catalana.

Disidencia y herejía

Según afirma Francesco Ardolino en su epílogo crítico, "esta antología es el primer intento programático, en el ámbito de la literatura catalana, para encontrar una salida al pantano de la posmodernidad". Los mismos autores incluidos en la antología reconocieron que el común denominador del grupo es el entusiasmo. "La moderación y la prevención contra la desmesura son las larvas más nocivas que atacan al espíritu artístico", afirman en un manifiesto que han titulado Contra la insignificancia. No conciben la poesía sin la disidencia y la herejía. "Toda escritura debe ser promiscua y lasciva, debe poseer y ser poseída". El grupo imparable se define en buena medida en términos negativos, definiendo lo que no quiere ser: "No somos artesanos: la permanencia es sólo fruto de la máxima ambición. Que se aparten los taxidermistas de la lengua y del estilo". El manifiesto también critica el silencio de la academia y la insolvencia de la crítica, y culmina con un brindis glorioso: "Nosotros abrimos las puertas del milenio: brindemos delante del vientre abierto del enemigo".

Los poetas imparables defendieron también su filiación romántica. "El entusiasmo es lo que nos define como románticos". Según Sebastià Alzamora, del romanticismo les atrae la vinculación entre poesía y filosofía. "Para nosotros la poesía y el pensamiento son indisociables", afirmó Alzamora, que también reivindicó la aspiración romántica de llegar a expresar lo inefable y concluyó citando la conocida interrogación de Hölderlin: "¿Para qué poetas en tiempos de miseria?".

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