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VISTO / OÍDO
Columna
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Guerras sin nombre

Los aniversarios felices, como el del desembarco angloamericano de 1944 en Europa; o los cimientos del futuro en forma de Constitución, sirven para celebrar que desde que cayó Hitler no ha habido guerras en Europa. Para lo cual tenemos que no llamar guerras a las operaciones militares, con sus bajas propias y ajenas. Y olvidar del todo la "guerra fría", que no se calentó. No pensemos en Indochina ni en Argelia, ni en la India o Egipto. ¿Qué hacemos con los Balcanes? Tito murió, le sucedió Milosevic, al que después de esa guerra hicimos prisionero y está en raro juicio en la Europa pacifista (la semana pasada el prisionero llamó como testigo a Clinton): parece que es el único jefe mundial culpable de crímenes de guerra. Intervinimos, los europeos, contra ese país europeo, con la OTAN: cuando aparecen siglas (OTAN, UEO, ONU) las guerras adquieren moral. Desmontamos un país que costó mucho trabajo unir, con regiones hostiles entre sí, por los intereses de la Europa rubia: desapareció Yugoslavia. Recordemos los nombres ensangrentados de Bosnia, Serbia, Croacia. Los pequeños países no han levantado cabeza: todavía hay matanzas de cuando en cuando. Por intereses de la Europa central.

Hay racismo para hacer desaparecer los eslavos del Sur, a los que, por ese racismo, apoyaban los eslavos del Norte, o sea Rusia y sus repúblicas internas, que pueden empezar guerras mayores, si es que no es una guerra la de Chechenia. Odiábamos a los rusos centrales por esa guerra contra un pueblo pequeño que quería independencia; les admiramos después porque el desgraciado checheno ha pasado de ser heroico a terrorista, y la utilización de "terrorismo" le convierte en innoble. Polonia destapa también su odio a Rusia, que mantienen y tendrán siempre los alemanes, que se siguen creyendo arios aunque la palabra sea hoy impronunciable por hitleriana. Y parece que la denominación de "caucásica" de los "arios", normal en Estados Unidos, aquí no se puede utilizar, porque el Cáucaso es ya Asia... "Asiáticos" llamaban los franquistas y otros nazis a los rusos... Guerra no: pacificación, liberación, democratización. ¡Defensa propia! Cuando Argelia, algunos franceses llamaron a sus intervenciones lo que en español llamaríamos "desratización"; los argelinos eran "ratas". Uno de los más famosos torturadores, el entonces "paracaidista Le Pen", tuvo millones de votos en las últimas elecciones presidenciales.

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