Modernidad rima con paridad
Después de intensos debates sobre la participación de las mujeres en la vida política, Francia avanza en la aplicación de la paridad, al tiempo que ataca las dificultades cotidianas para conciliar el trabajo y la familia; pero "la prioridad de las prioridades es ayudar a las mujeres a decir no a la violencia", afirma Nicole Ameline, ministra francesa de la Paridad y la Igualdad Profesional. Se muestra como una persona concienciada en que el combate contra las desigualdades empieza por aquí: "No se pueden aceptar hoy situaciones, actos, que nos parecen arcaicos".
En Francia, donde "modernidad conjuga con paridad", la violencia cotidiana y las dificultades profesionales emergen en el debate público. La ministra francesa se interesa por las medidas intentadas en España. A punto de viajar a Madrid, evoca los contactos previstos con el ministro de Trabajo, Jesús Caldera, o la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, a quien menciona con palabras de admiración hacia un país cuya primera vicepresidencia se encuentra a cargo de una mujer. Le acompañará en el viaje una observadora de interés, Fadela Amara, que milita contra el sexismo en los "barrios difíciles" de Francia, al frente del colectivo Ni Putas ni Sumisas.
A iniciativa de Ameline, el Parlamento francés ha votado una disposición que permite alejar del domicilio al cónyuge violento, evitando que la víctima abandone la casa como si fuera culpable
Nicole Ameline se guarda de comentarlo; pero, visto desde su despacho en París, abierto sobre uno de esos bellos jardines que albergan los edificios del Patrimonio, el vecino del sur debe parecerle muy contradictorio. Porque las mujeres ocupan la mitad de los asientos del Consejo de Ministros -una proporción mucho más alta que en Francia- en un país donde menudean los malos tratos y los asesinatos de mujeres.
La situación francesa no es tan dramática, pero la abogada Nicole Ameline se fijó pronto en el problema de la violencia. Después de incorporarse al ministerio, hace dos años, una de sus primeras decisiones consistió en clarificar el tratamiento jurídico de la violencia doméstica. A iniciativa suya, el Parlamento francés ha votado una disposición que permite alejar del domicilio al cónyuge violento, evitando que la víctima haya de abandonar la casa como si fuera culpable. Esto se completará con medidas de acompañamiento social y ayuda financiera.
"Toda una serie de actos y situaciones que permanecían ocultas, porque se consideraban propias del espacio privado, llegan ahora a la conciencia y a la opinión pública", explica la ministra. "Con eso estamos franqueando un paso en materia de violencia conyugal: hemos pasado de una situación de encierro e ignorancia a hacer de la violencia un debate público".
Sin recurrir a otra ley, uno de los debates en marcha tiende a "autodisciplinar" a los profesionales de la publicidad. Para ello se ha diseñado una Carta o Convención, destinada a que "lo visual", los conceptos publicitarios, no atenten contra la imagen de la mujer. El Ministerio de la Paridad también ha creado una página de Internet para la recepción de quejas: "La libertad de crear y de pensar se corresponde con la libertad de indignarse y protestar", defiende su titular.
De hecho, van disminuyendo esas campañas que recurren al "porno-chic" como sistema de promoción comercial. Lo cual no quiere decir que la presión ejercida desde el poder esté exenta de polémicas: reina cierta agitación por un proyecto de penalizar las incitaciones al odio o a la violencia homófoba o sexista, después de que destacados musulmanes hayan defendido públicamente la lapidación de mujeres.
2000, año clave
Todo esto no ha relegado la paridad política al cajón del olvido. La ley de la que parte este impulso fue aprobada en 2000 a iniciativa del Gobierno de izquierdas de Lionel Jospin. Pero no carece de interés saber que Ameline, diputada del Partido Liberal -en aquella época, en la oposición-, hubo de neutralizar a los que se oponían al proyecto dentro de su grupo. La entonces diputada y hoy ministra, hubo de persuadir a los parlamentarios contrarios a la paridad en su grupo para que se quedaran fuera del hemiciclo.
Por supuesto, Nicole Ameline no evoca ahora estos "pequeños detalles", mientras habla con un tono de calmada firmeza. En estos momentos recae sobre ella la responsabilidad de que la paridad siga viva y lo hace porque cree en ello: "El peso de la herencia cultural no facilita la evolución rápida de las costumbres", reflexiona. "Las mujeres necesitaban una señal muy fuerte, no bastaba con fiarlo todo a la evolución de las conciencias". Para ella, "la ley de la paridad fue una excelente señal".
El sistema se probó en las elecciones locales a 36.000 municipios, celebradas en 2001: las candidaturas llevaban el mismo número de hombres que de mujeres. No valía con colocar los nombres femeninos en los puestos "sin posibilidades de salir", porque las listas tenían que ir ordenadas de forma que a cada nombre masculino le siguiera otro femenino, o viceversa. Ameline ha logrado extender el sistema a las elecciones regionales de marzo pasado.
¿Qué se ha conseguido con ello? Algunas voces denuncian que sus efectos son desiguales e incompletos. Sin embargo, a juicio de la ministra, "realmente puede afirmarse que ha cambiado la percepción de la vida política; se ha extendido la consideración de que para las mujeres es una suerte estar en la política, y que para la política es una suerte contar con un número de mujeres cada vez más amplio".
Se sabe que los ejecutivos no reflejan la paridad de las asambleas; y que importantes partidos políticos prefirieron pagar la multa antes que aplicar la ley de la paridad en las candidaturas al Parlamento nacional del año 2002. Aun así, "esto funciona", asegura la ministra. En las europeas del domingo pasado, el éxito (paritario) fue innegable: 34 de los 78 eurodiputados franceses son mujeres. La derecha ha sido aún más paritaria que la izquierda: las mujeres constituyen el 45% de los elegidos en listas socialistas, porcentaje que se eleva al 52,9% entre los electos de la Unión por un Movimiento Popular (UMP).
"Combatir la empresa monolítica masculina"
ADEMÁS DE la política contra la violencia y las discusiones sobre la paridad, la conversación con la ministra francesa de la Paridad y la Igualdad Profesional permite descubrir un discurso sobre la correlación entre crecimiento económico y participación femenina.
"Hay que salir del pensamiento único de las empresas, del modelo monolítico masculino", afirma Ameline. Sencillamente, lo que ocurre en el siglo XXI es que las mujeres trabajan, y esto hay que aprovecharlo. La entrada de las mujeres en el mercado profesional crea valor añadido -con lo que supone de capacidad de consumo suplementario- y empleos inducidos (guarderías, restaurantes), entre otros efectos inmediatos.
El modelo francés hace compatible la actividad femenina con una tasa de natalidad relativamente elevada. Las francesas tienen más niños que la media europea, a pesar de su elevada tasa laboral, favorecidas por un sistema de ayudas públicas por tener hijos y otras medidas de apoyo a la familia. El objetivo consiste en neutralizar la idea de que ser madre implica detener la actividad laboral o aceptar discriminaciones para poder reanudarla.
El sistema se aplica desde hace años, pero el Gobierno actual de Jean-Pierre Raffarin se ha fijado el objetivo de mejorarlo, rellenando la laguna de la guarda de los hijos. Este problema es una de las claves del trabajo femenino, sobre todo en el caso de familias monoparentales.
"Si la sociedad considera necesario favorecer la igualdad, hay que proporcionar los medios para ello", argumenta Ameline, que busca el apoyo de la patronal y de los sindicatos para que las empresas respondan a las necesidades de las madres con la creación de nuevos servicios y la organización inteligente del trabajo, entendiendo por tal un modelo capaz de tener en cuenta las obligaciones familiares.
La evidencia es que estos objetivos no avanzan sin voluntad política. Ameline cita varias veces al presidente de la República, Jacques Chirac, como la persona que está detrás del impulso a estos temas. A la ministra no le faltan argumentos: "Las mujeres son una fuerza para nuestra economía. La sociedad debe descansar sobre un sistema de dirección moderno, que deje todo su espacio a las mujeres en la empresa y en la economía".
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