_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Talentos de España

El PP ha sufrido tres derrotas sucesivas, en las urnas, y por más azúcar que les haya echado no ha podido endulzarlas, aunque apelan al disimulo. El PP está desfondado, postrado, descompuesto. En circunstancias así, a los partidos con fachada prepotente, pero huecos por dentro, les da por ponerse entre convulsos y evangélicos. Mitad monjes, mitad lisiados, se le disparata toda la estrategia por la descalificación y el insulto sistemáticos, que no van más allá de un chapoteo en las riberas del Ebro. El PPCV se ahoga en el charco de un trasvase que no supo defender ni ejecutar en ocho años de mayorías absolutas, que usó y hasta abusó, para otros menesteres menos sociales y más confidenciales. Pero su incapacidad en Bruselas, y a pie de obra no lo exonera de tantas pifias, que pretende encubrir, y con las que nos han lastrado. Eso sí, ahora tienen derecho al pataleo y lo están ejerciendo sin medida, hasta el punto de acusar al nuevo Ejecutivo de "actuación dictatorial". Ellos, oigan, ellos. Derogado el trasvase que contemplaba el PHN, las plantas desalinizadoras de recambio propuestas por el Gobierno socialista los ha sumido aún más en el descrédito de una política de publicidad electoral sostenida, con la que han pretendido encandilar a su clientela, sin mover más de un dedo: los otros andaban bien asidos al ladrillo, que es metáfora hasta la chequera, y después beneficio contante. Por supuesto, el recurso ante el Tribunal Constitucional los asiste, pero el cronista tiene la impresión de que no va a prosperar, como no va a prosperar la gratuidad del agua para los agricultores -aunque sí su posible abaratamiento- como prometió Francisco Camps, en un momento de arrebato dudosamente comprensible, y que poco después el más sosegado y de seso despierto García Antón se apresuró a cuestionar el aserto y a encalmar esa convulsión, esperemos que de naturaleza pasajera.

Más pintoresco aún como era previsible, y no menos relevante para el diagnóstico, es el caso de De España, presidente de las Cortes, quien no quiso hacer comentario alguno en torno a la posible filtración del anuncio que hizo Camps acerca de ciertos relevos en el propio Consell, y particularmente en la dirección de RTVV, mitad cortijo, mitad mausoleo del ex Zaplana. De España, después de dar posesión de sus cargos a los sindics de Comptes, se negó a confirmar o desmentir si reprochó a Font de Mora sus posibles veleidades con la prensa. De España se mostró cauto, discreto y respetuoso con "la vida interna del partido" y consecuentemente contrario a revelar las intimidades del comité regional del PPCV. Y hasta ahí, poco de particular. Lo que ya resulta sintomático es que De España se expresara con parábolas para denostar a quien presuntamente menosprecia una pretendida y rimbombante "herencia política de Zaplana", parte de la cual, por cierto, anda de juzgados. El guante lo lanzó, al parecer, Juan Cotino, quien salió en defensa de Font de Mora con aquello de tirar la primera piedra. A lo que De España replicó con la parábola de los 40 denarios. Algunos freudianos afirman que el uso de la parábola expresa el control de deseos destructores. Ya ven cómo se agreden evangélicamente. En el caso de De España, de euros no se sabe, pero de talentos, ay de talentos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_