La samba contra el fado
Scolari consulta a una psicóloga brasileña cómo combatir la tristeza de los jugadores portugueses
Descendiente de agricultores italianos que emigraron a Brasil en 1891, Luiz Felipe Scolari, Felipão, de 55 años, es un tipo rudo y combativo que empezó desde muy abajo. Algo que nunca le ha impedido estar muy atento a los aspectos emocionales de los futbolistas. Piensa que son los que deciden los campeonatos. De ahí, que desde que Portugal, la selección de la que es el máximo responsable tras haber ganado la Copa del Mundo de Corea y Japón 2002 con la de su país, perdiera (0-1) ante Grecia en el partido inaugural haya tenido largas conversaciones telefónicas con su psicóloga de cabecera, su paisana Regina Brandão, sobre cómo motivar a sus jugadores; cómo estimularlos sin aumentar la presión, que pudo con ellos, según confesaron, en el estreno del torneo; cómo neutralizar ante los rusos los nervios que les atenazaron frente a los griegos.
El luso no expresa fácilmente lo que siente, sobre todo en las situaciones adversas. Eso acentúa su infelicidad
El técnico se lamenta de que en el equipo no se gasten bromas ni se exprese la religión, "que da fuerza mental"
El futbolista luso es más reservado que el brasileño. No expresa fácilmente lo que siente, sobre todo en las situaciones adversas, acentuando así una infelicidad que sólo una atención personalizada, con buenas dosis de cariño, puede resolver. Es el fado portugués, tan alejado de la samba brasileira. Existe, en suma, cierta fatalidad y melancolía tradicionales en el combinado lusitano. Queda reflejado en las palabras de Miguel, el joven defensa central que bautizó el ex seleccionador español José Antonio Camacho en el Benfica y que hoy, ante Rusia, podría tener sus minutos: "Fue un momento muy triste. Estábamos convencidos de ganar el primer encuentro. Encima, estamos en nuestra casa, ante nuestro público. En fin, ahora se trata de levantar la cabeza y pensar en la próxima cita...".
Esto contrasta con la cultura deportiva de la selección canarinha, que siempre dispuso de una autoestima elevadísima. "El brasileño se siente un ganador nato", explica José Carrascosa, psicólogo especialista en fútbol; "en cambio, al portugués, aun teniendo mucha calidad, le falta saber competir, liberar su talento en los momentos de máxima dificultad". Es verdad: pese a una historia repleta de excelentes futbolistas, Portugal no ha pasado de su tercer puesto en el Mundial de Inglaterra 1966 con aquel equipo liderado por el gran Eusébio, La Perla Negra.
Regina es una psicóloga del deporte que trabajó para Scolari en Brasil cuando ganó el máximo título planetario hace dos cursos. Desde entonces, el técnico la considera una especie de gurú, pues le ayudó a resolver algunas crisis del vestuario, muchas de ellas descritas en el libro El Alma del Penta, que cuenta las andanzas de Felipão en la consecución del quinto campeonato, tras los de Suecia 1958, Chile 1962, México 1970 y Estados Unidos 1994.
La relación se mantuvo tras el fichaje de Scolari por el combinado lusitano hace año y medio. Regina elaboró un estudio pormenorizado de los jugadores hace ya doce meses y ahora el líder del grupo vuelve a pedirle la receta para lidiar una derrota tan "pesada" en términos emocionales. Según Carrascosa, su colega hará hincapié en que los jugadores separen claramente la tarea de sus consecuencias; en que se liberen de pensar, por ejemplo, que este torneo es un esfuerzo enorme para Portugal y que sólo piensen en lo suyo, jugar al fútbol, y en disfrutar. Por eso, en el entrenamiento del pasado lunes, el técnico montó un partido de rugby para divertirse.
Ya antes de empezar la competición, Scolari había confesado su sorpresa al observar cómo sus seleccionados acudían a los partidos como si fueran a un velatorio. "Me gusta que mis jugadores estén felices y bromeen, pero ellos no lo hacen. Los encuentro demasiado serios", se lamentó Scolari, que tampoco entiende su recato para expresar su religión. "Como si estuvieran avergonzados de algo que les proporciona fortaleza mental", indicó el preparador, un fervoroso católico, que apuntó: "En Portugal casi todos los jugadores son católicos mientras que en Brasil tienen una docena de religiones y no las esconden. Yo los estimulo en este sentido. No digo que haya reuniones para rezar antes de los partidos, pero sí quiero que se relajen sobre lo que los hace ser lo que son".
Ante Rusia es muy probable que Scolari opte por alinear a los dos jugadores más atrevidos de su grupo: Deco y Cristiano Ronaldo. El primero ocuparía la media punta en vez de Rui Costa, vapuleado por la prensa nacional tras la derrota a pies de Grecia, y el segundo desplazaría a Simão, desafortunado esa tarde. "No me pueden culpar a mí sólo de la derrota", se quejó ayer Rui Costa, que desmintió que hubiera un enfrentamiento entre él y Deco. "No hay mal ambiente entre nosotros", afirmó el centrocampista del Milan, en referencia a la oposición que tuvo el brasileño por su parte y la de Figo cuando se nacionalizó portugués para jugar en la selección. En todo caso, el técnico adelantó que no va a cambiar su esquema, el 4-4-2, pero sí que ha de estudiar de nuevo Rusia porque este equipo es muy diferente sin la presencia de Mostovoi, expulsado de la concentración por unas declaraciones contra su entrenador, Georgi Yartsev.
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