Los partidos del Gobierno catalán se consolidan y la abstención hace caer en picado a CiU
Las izquierdas suman un 61,8%, frente al 17,4% de los convergentes y al 17,7% del PP
Los resultados de las elecciones europeas han diluido el protagonismo político de Convergència i Unió, que por primera vez desde la transición política queda relegada a tercera fuerza catalana. Desde las elecciones legislativas del 14-M pasado, CiU ha perdido más de tres puntos porcentuales, mientras que los partidos del tripartito, liderados a mucha distancia por un avasallador Partit dels Socialistes (PSC), logran su mayor refrendo en unas urnas, al llegar al 61,8%. De proyectarse hacia el futuro esos resultados, el crédito de CiU como alternativa se reduciría peligrosamente.
El mapa político catalán ha consumado un vuelco en estas elecciones europeas. CiU ha sido la formación que más sábanas ha perdido en esa colada. La formación que aún lidera Jordi Pujol corre el riesgo inminente de pasar de la centralidad a la periferia. Y ello a pesar de haber contado con un joven valor en alza como candidato, Ignasi Guardans, cuya talla política ha sido reconocida por sus adversarios.
Pero estos comicios con tan elevada abstención han puesto de relieve, en opinión de expertos electorales, que solamente han ejercido el voto los ciudadanos más convencidos. Y ahí es donde ha pinchado CiU, incapaz de movilizar a su electorado más fiel en la misma medida en que lo hacían las demás fuerzas políticas. "Convergència i Unió ha perdido parte de su voto incondicional", reconocía ayer un dirigente de la federación nacionalista.
La desaparición de Jordi Pujol de la primera línea política -todavía es presidente de CiU- es un elemento inquietante ante un futuro que no se presenta muy halagüeño para la federación nacionalista. La formación ha perdido los principales resortes de poder con los que contaba: el Gobierno de la Generalitat y la capacidad de ser decisiva para formar mayoría en Madrid. Para remachar el clavo, los comicios del domingo le fueron especialmente adversos.
Espejo vasco
El retroceso convergente se ha producido en toda Cataluña. Ha registrado 365.961 votos, esto es, 463.085 menos que en las últimas legislativas. En Barcelona, los nacionalistas no han ganado en un solo distrito y en el cinturón industrial se han situado por detrás del PP. Esquerra Republicana -directa competencia nacionalista- también amenaza seriamente a CiU en otras localidades de la Cataluña profunda.
El desastre electoral convergente aleja, por lo menos de momento, la posibilidad de mantener en jaque al Gobierno catalán. Amenazada desde el nacionalismo por Esquerra, desde el centro izquierda por el PSC y desde la derecha por el PP, la federación nacionalista debe ahora buscar un espacio que les permita recuperar la centralidad, sostienen dirigentes de CiU.
Frente a esa frágil situación, las formaciones del Ejecutivo tripartito de izquierdas pasan del 61,2% de los votos obtenidos en las generales de 14-M, al 61,8% y logran porcentualmente mayor consolidación. Ese 61,8% de las europeas supone un más que considerable aumento respecto del 54,9% que las izquierdas catalanistas consiguieron en los comicios autonómicos del pasado año, que permitieron la investidura de Pasqual Maragall como presidente de la Generalitat. El propio Josep Borrell, candidato socialista al Parlamento Europeo, subrayó ayer en Barcelona junto al eurodiputado Raimon Obiols, la "solidez política enorme" que confieren los resultados del 13-J al tripartito que gobierna la Generalitat, ya que sus tres socios han obtenido conjuntamente el apoyo "nunca visto" de "dos terceras partes de los votantes".
En contraste con tanto optimismo, destacados dirigentes de CiU opinan en privado que los bandazos de su formación -pasar del pacto con el PP en dos legislaturas a intentar arrebatar el electorado a Esquerra Republicana- le han pasado factura electoral. Así, el próximo congreso de Convergència que se celebrará la segunda semana de julio, promete convertirse en un buen barómetro del pulso entre la corriente soberanista hoy dominante -articulada en torno a Artur Mas- que las urnas ponen en cuestión, y el genuino pragmatismo ecléctico del fundador.
José Zaragoza, especializado en las campañas electorales del Partit dels Socialistes, interpretaba ayer: "El nacionalismo vasco ha colonizado a CiU, que ha vuelto sus ojos hacia el plan Ibarretxe, precisamente cuando desde Euskadi son cada vez más los que miran al modelo de Cataluña como solución". El secretario general de Convergència, Artur Mas, se manifestó precisamente en esta campaña de las europeas partidario de votar el plan soberanista vasco, un pronunciamiento que él mismo había rechazado expresamente realizar durante las jornadas previas a las autonómicas y las generales.
Ante ese paralelismo con el País Vasco, del que Jordi Pujol siempre había huido, "muchos electores han preferido votar directamente el soberanismo explícito de Esquerra Republicana", aseguran desde la propia CiU. Pero en esta ocasión, los independentistas de Josep Lluís Carod Rovira han visto desacelerado su continuo incremento de votos en las sucesivas contiendas. Es más, pese a que ahora han aumentado en 73.895 los sufragios obtenidos en las europeas de hace cinco años para situarse en 248.263, han perdido un gran número (388.547) de los que se anotaron el 14-M. Han quedado así relegados al papel de cuarta fuerza política, después de haber conseguido dejar ese papel para el Partido Popular en las legislativas del pasado mes de marzo. Han pasado del 15,9% de entonces al 11,8% actual.
El factor del voto antiaaznarista que en las generales elevó a los republicanos como tercera fuerza política, parece haber desaparecido en estas elecciones europeas. Sin embargo, Esquerra sigue conservando el núcleo duro de fieles votantes, que le sitúan como una fuerza política en clara disputa por el espacio nacionalista con CiU.
En todos los gobiernos
El vencedor de estas elecciones ha sido el Partit dels Socialistes, que se halla en periodo de gracia política pues está presente en todos los grandes gobiernos locales, provinciales, autónomo y central. En estos comicios, los socialistas han perdido 678.839 votos respecto a las pasadas legislativas, pero han arrasado y las dos fuerzas políticas que le siguen -sumadas- no llegan a esos 898.491 logrados por el PSC. El partido que lidera José Montilla se ha hecho con la victoria en todas las provincias catalanas. Los socialistas han logrado el 42,48%, un 3% más que el 14-M. Con estos resultados, el partido que preside Pasqual Maragall se asienta en la centralidad política.
Las elecciones, aunque de forma más modesta, han sido también buenas para el PP, que se erige en segunda fuerza política. Obtienen 274.443 votos menos que el 14-M, pero el hecho de conseguir 6.000 sufragios más que CiU da un respiro al PP catalán, que en las generales quedó por detrás de PSC, CiU y ERC. Y ese respiro le llega de la mano de Alejo Vidal-Quadras, a quien Josep Piqué desalojó de la dirección del PP catalán.
Por último, los ecosocialistas de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV-EUiA) descienden respecto al 14-M 82.745 votos, pero recuperan el acta de eurodiputado que perdieron en 1999. Los ecosocialistas de Joan Saura pasan del 5,8% de las generales de marzo, al 7,1% de las europeas.
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