'Zizou' no hay más que uno
Como en la final del Mundial de 1998, se ha necesitado toda la maestría y toda la sangre fría del mejor futbolista del mundo para que el equipo de Francia se imponga en este primer partido de la Eurocopa 2004 contra Inglaterra. Yo estaba en el lado bueno del estadio cuando Zinedine Zidane lanzó su falta en el minuto 91. Pude admirar la pulcritud de su golpe y ver que su pie no tembló en ese instante decisivo...
¡Qué fantástico golpe franco! Zizou no hay más que uno en el mundo y lo tenemos nosotros. ¡Qué suerte! Gracias a él, el equipo de Francia volvió de lejos, como si creyera que su victoria era merecida, ampliamente merecida. En efecto, la selección de Jacques Santini tuvo el mérito de no ceder nunca al desencanto. Se empeñó y terminó por agotar a su rival como una apisonadora. En el segundo tiempo, la estrategia de los ingleses consistió en retroceder y esperar al adversario. Les bleus tuvieron que producir lo esencial del juego. Por esta razón, su éxito me parece lógico, incluso si todo se decidió en el tiempo de descuento del partido del reencuentro.
Desde luego, el equipo de Francia no disputó un partido perfecto en el césped del estadio Da Luz. A veces le faltó imaginación, obstinándose sobre todo en el eje del terreno. Su juego no fue tan dinámico como en otras circunstancias.
En cuanto a Thierry Henry, dejó que le encerraran sus amigos ingleses, que tan bien conocen sus características. Es muy sencillo: cada vez que intentaba arrancar, tenía a tres jugadores a la espalda. Le resultó difícil liberarse del dispositivo especialmente preparado para él por el entrenador inglés.
Sven Goran Eriksson había previsto dejar sin balones a los centrocampistas y los atacantes franceses. Su plan funcionó, hasta cierto punto.
La alegría que sentí en el momento del empate y luego del penalti, sinónimo de victoria, no me engaña. Para mí, no hay ninguna duda de que este equipo de Francia está en la línea del que ganó el Mundial hace seis años. Se le parece. Su mentalidad es idéntica, lo mismo que su rigor, igual que la preocupación de investigación permanente que anima a su plantilla. Recuerden lo paciente que tuvo que ser en 1998 el equipo de Francia para batir a Paraguay o Italia.
En una gran competición como ésta, el primer partido es siempre el más importante. Victoria o derrota, este encuentro es el que marca el ritmo del resto del torneo. El segundo partido, contra Croacia, el jueves, debería ser aún más ágil. Zidane y sus compañeros de equipo van a poder abordarlo con tranquilidad porque cuentan con una victoria. Y la audacia que les faltó el domingo en Lisboa debería acudir a la cita. Créanme, el equipo de Francia ha partido. Ha partido para llegar muy lejos.
Aimé Jacquet es director técnico nacional del fútbol francés. Durante la Eurocopa 2004 escribirá una Crónica en Le Monde la víspera y el día siguiente a cada partido del equipo de Francia.
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