Millones de usted

Según los físicos teóricos hay muchos universos paralelos, y usted está repetido millones de veces. Eso podría querer decir, libremente interpretado, que en lugar de estar en estos momentos leyendo el diario, se está tomando un café en el bar y haciendo el amor a su pareja y arrancando el coche y duchándose y terminando un informe, todo a un tiempo.

Resulta un poco vertiginoso -tal vez triste- pero, bien mirado, tampoco está tan mal sospechar que alguno de sus millones de usted se ha retrasado y todavía está haciendo el amor, mientras el otro se ha quedado encerrado en el ascensor y el de más allá vuela hacia Singapur.

Si le aflige alguna pena que no se atreve a contar, no tiene más que decir: "¡Pues si vieras lo que le pasó a uno de mis yoes!", y después refiérase a su destino con ternura, porque de los millones de usted que andan por ahí, no sería raro que unos cuantos hayan sufrido peor suerte que la suya. Al fin y al cabo, la teoría de los físicos teóricos no conduce únicamente a una infinita sala de los espejos: la realidad se fracciona en incontables universos paralelos al nuestro, pero si estos son variables -por aquello del libre albedrío- ahora mismo no está usted leyendo el periódico, sino dormitando en una playa de la Polinesia francesa, mientras escucha el ruido de los cocos estampándose en el lindero del palmeral, y un mono se bebe su cóctel, aprovechando que a usted le adormecen los cocos que arrojan sus compinches.

Lo más inquietante de todo esto quizás sea conjeturar que, en algún universo paralelo, lo que sale en el periódico le está ocurriendo a usted, y que puede ser el protagonista -y, al mismo tiempo, espectador- de sus propios actos en diferentes puestas en escena, en otros prismas del calidoscopio que compone la existencia múltiple. Eso querría decir que millones de usted salen hoy en primera página. Su rostro aparece retratado en todas las portadas en algún lugar -una cara más de la actualidad, para bien o para mal- y ello debería hacerle reflexionar sobre la colectividad del ser. Quién sabe si en otra realidad no es usted bailarín de claqué, fontanero, stripper, estrella de telenovela, luchador de pressing-catch, criador de ornitorrincos o presidente del Gobierno.

Un arrebato de solidaridad consigo mismo, un "viva yo" inconmensurable le embarga, multiplicado hasta la imposible escala del infinito por el objetivo de los fotógrafos, pero ahora ya no está en una playa de Bora Bora, sino leyendo éste periódico, con la mente en muchos lugares a la vez.