La detenida en Melilla confiesa que envenenó a su familia por temor a que su marido la dejase
La juez envía a prisión a la acusada y no se descarta exhumar el cuerpo de su esposo
Francisca B. M., de 35 años, ingresó ayer en prisión por el presunto asesinato de su hija Sandra, de 15 años, tras confesar que envenenó a toda su familia por temor a que su marido la dejase. La adolescente falleció el pasado viernes en extrañas circunstancias en Melilla. El marido murió el pasado mes de enero (se consideró que de un infarto), y un segundo hijo, de 12 años, se encuentra hospitalizado. La detenida presuntamente les suministró unos medicamentos con la intención de causarles la muerte. El Juzgado de Instrucción número 5 de Melilla decretó ayer el secreto del sumario.
La juez instructora ordenó el ingreso en prisión de Francisca B. M. ayer por la tarde al concluir la declaración de la detenida, que duró unas tres horas. Los investigadores no descartan la posible exhumación del cadáver de su marido, fallecido en el mes de enero, para confirmar si, efectivamente, su muerte fue causada también por envenenamiento. Cuando falleció se dictaminó que fue debido a un infarto. Y es que según algunos facultativos, los fármacos suministrados de forma continua podrían haber ido produciéndole un deterioro en algunos órganos vitales, hasta causarle la muerte.
En la declaración prestada en las dependencias policiales donde fue ingresada el pasado lunes, Francisca confesó que había suministrado fármacos de forma continuada en las comidas tanto a su marido como a sus dos hijos con la intención de causarles la muerte, dada la amenaza de abandono por parte de su esposo. Una vez que se produjo el fallecimiento del marido, la detenida dejó de suministrar fármacos a sus hijos, si bien reanudó tiempo después esta macabra práctica con el luctuoso desenlace de la muerte de su hija mayor y el ingreso en observación en el Hospital Comarcal de Melilla de su segundo hijo, de 12 años.
Según fuentes de la investigación, la detenida mantuvo una actitud tranquila en todo momento, y tras confesarse autora de las muertes de su marido e hija y del envenenamiento de su hijo menor se encontraba muy tranquila, "más tranquila después de haber confesado la verdad de todo lo ocurrido".
Los vecinos resultaron sorprendidos cuando el viernes pasado se encontraron con un cartel escrito a bolígrafo en la escalera de su casa que indicaba: "La niña Sandra ha muerto y está en el tanatorio". Ante el asombro de todos, Francisca simplemente explicó: "He venido a ducharme y a cambiarme, y lo he puesto para que lo sepáis por si alguno quiere ir a verla". También sorprendió su actitud en el tanatorio durante el velatorio de la hija, pues llamó a una pizzería para que le llevasen comida.
Ninguno de los vecinos reconoce que el marido de la detenida hubiese dado muestras de alcoholismo en ningún momento, ni que expresase un carácter violento o un perfil de maltratador, como al principio Francisca quería presentar para justificar su conducta.
En los establecimientos del barrio recuerdan a la detenida como una madre que siempre llevaba a sus hijos "uno de cada mano y no se separaba de ellos". Pero en las reuniones de la comunidad de vecinos la recuerdan como "persona dominante, con un carácter muy severo y agrio, que siempre mandaba callar a su marido cuando éste intervenía con alguna sugerencia".
La investigación de la policía ha puesto de manifiesto que el producto empleado para cometer los asesinatos es un medicamento llamado Colmer que sirve para el tratamiento del alcoholismo. Administrado en dosis altas y continuadamente llega a destruir los órganos vitales y causar la muerte.
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