"España debe retomar su papel en la UE"
Pascal Lamy (Levallois-Perret, 1947) está hoy de visita en Madrid, donde mantendrá entrevistas con varios miembros del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, como Pedro Solbes, Miguel Ángel Moratinos y José Montilla. Miembro destacado del Partido Socialista francés, Lamy ha trabajado en la política nacional y europea junto al ex presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, y ha trazado su carrera en torno a la economía. Comisario europeo de Comercio desde 1999, es autor de varios libros sobre Europa y se le tiene por uno de los miembros más brillantes del Ejecutivo de Romano Prodi.
Lamy, junto a su colega de Agricultura, Franz Fischler, ha propuesto eliminar los subsidios a la exportación agrícola en el seno de las negociaciones de la Organización Mundial de Comercio, pero sigue defendiendo el apoyo comunitario al campo frente a competidores como EE UU que juegan con ventajas estructurales.
Pregunta. ¿Por qué Europa crece menos que Estados Unidos?
Respuesta. Primero, porque nos ajustamos mal a la velocidad de la evolución de la tecnología, a los cambios estructurales y económicos de fondo. No sabemos sacar partido a todas las economías de escala que nos debería proporcionar nuestra dimensión en diversos campos. Tenemos desventajas competitivas en el capitalismo de mercado, donde manda la economía de escala. El mercado interior no se termina de hacer. En investigación, el 95% del presupuesto depende de los presupuestos nacionales y el 5% queda para la Unión. También porque no tenemos el mismo modelo económico y social, la misma escala de valores que EE UU. Europa es un continente más suave y no creo que los modelos extremos de capitalismo liberal sean sostenibles aquí.
P. Pero la Comisión Prodi ha parecido estar más preocupada por la liberalización económica y la competitividad que por el modelo social.
R. No lo creo, lo que pasa es que si se quiere sacar partido a las ventajas de la economía de escala en un mercado de 450 millones de personas hay que ir en esa dirección y llama la atención que en investigación, que es un sector crucial para el futuro, los Estados sigan manteniendo sus prerrogativas en la distribución de créditos públicos.
P. A pesar de su gravedad, estos desafíos no parecen interesar al ciudadano. Los sondeos hablan de una participación bajísima en las próximas elecciones europeas.
R. Porque todo lo que se hace en la UE es más distante, menos concreto, menos inteligible. La escena política a la que estamos habituados se desenvuelve a nivel nacional. Superponerse a ello es muy difícil. Además, lo que la gente desea de Europa son tres cosas: una política exterior y una defensa comunes y trabajo. Tres demandas a las que respondemos de forma mediocre a nivel europeo. Creo, por lo demás, que en la Unión se toman demasiadas iniciativas, que deberíamos centrar nuestra atención en unos cuantos asuntos.
P. A los europeos no parece importarles ni los grandes acontecimientos, como la ampliación.
R. La cuestión es simple: Europa no va bien porque no hay crecimiento, lo que coincide con la ampliación y con una situación internacional muy difícil a la que Europa no ofrece una respuesta articulada. Por eso considero que la construcción europea está en peligro, está averiada, porque hay una tendencia a cuestionar la propia construcción. El gran paso de los años sesenta de pasar de la política nacional a la alter nacional, al sistema comunitario, es un modelo en peligro. De pronto asoma la idea de que para tomar decisiones se espera a que los alemanes, los franceses y los británicos se pongan de acuerdo. Es un modelo que plantea un problema importante para España. España debe retomar su papel en la Unión, volver a ser uno de los pilares del sistema comunitario, que parece ser la ambición de Zapatero.
P. ¿Quiere eso decir que usted cree que durante la etapa de Aznar, España ha perdido en parte su lugar en la construcción europea?
R. Un comisario europeo no debe entrar a valorar si un gobierno ha hecho algo bien o mal. Las señales que hemos recibido del Gobierno de Zapatero son una buena noticia.
P. Estamos en plena elección de nuevo presidente de la Comisión. ¿Qué le parece este sistema opaco de los jefes de Gobierno de negociar la sucesión en secreto?
R. No es un sistema coherente con los objetivos políticos de la Unión de acercar la UE al ciudadano y es una de las cuestiones que generan ese temor del que hablo de regresión desde lo alter nacional hacia lo nacional del siglo XIX.
P. ¿Cuál es el perfil ideal en su opinión del próximo presidente de la Comisión?
R. Alguien que sea visionario y gestor a la vez; alguien que comunique bien sobre Europa y hacia quien se dirijan los miembros del Consejo cuando busquen una solución a un problema.
P. ¿Debe ser Turquía miembro de la UE?
R. Ya se lo hemos prometido dos veces y las promesas no cumplidas en el terreno internacional son una catástrofe. Es más grave incumplir las promesas a nivel internacional que nacional.
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