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El alza del crudo trunca la recuperación de las compañías aéreas tras el 11-S

La IATA calcula que el sector perderá este año 3.000 millones si el barril se mantiene en los 36 dólares

Fernando Gualdoni

El incremento en un 25% del precio del petróleo en lo que va de año amenaza seriamente con truncar la recuperación del sector aéreo cuando ya se pensaba que habían quedado atrás los tres años nefastos que siguieron a los atentados terroristas del 11-S. La Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA) publicó ayer un informe que señala que si el precio del barril se mantiene en 36 dólares de media, las compañías habrán perdido conjuntamente unos 3.000 millones de dólares. La IATA propone que se compartan gastos y que se potencie la venta de billetes de forma electrónica.

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"El pasado año, la industria sobrevivió a los cuatro jinetes del apocalipsis [la neumonía asiática (SARS), el conflicto de Irak, el terrorismo y la debilidad de la economía] y ahora aparece un quinto jinete, el precio del crudo, que probablemente elevará unos 1.000 millones de dólares [811 millones de euros] nuestros costes y volverá a negarnos la rentabilidad", expresó ayer el director general de la IATA, Giovanni Bisignani (ex ejecutivo de Alitalia), en el discurso de inauguración de la asamblea anual del organismo que ayer comenzó en Singapur y que culmina hoy. La IATA representa a 274 aerolíneas y aglutina el 98% del tráfico aéreo internacional.

El quinto jinete al que se refiere Bisignani es el petróleo. El barril de crudo se ha incrementado un 25% en lo que va de año, llegando a cotizar a 38 dólares por barril en el mercado de Londres y a 41 dólares en el de Nueva York. La IATA ha calculado que, de mantenerse una cotización media del crudo de 36 dólares durante los próximos meses, los costes de funcionamiento de las compañías aéreas aumentarán en torno a unos 1.000 millonmes de dólares mensuales, cifra que obligaría a contener otros gastos y que llevaría a unas pérdidas de 3.000 millones en el conjunto del año, una cifra que cuando empezó 2004 se barajaba como beneficios previstos. La organización también ha calculado que si el precio medio del crudo se estabiliza en 33 dólares, entonces las empresas cerrarán el año en tablas.

Escaso optimismo

"Es muy pronto para saber si es así como vamos a terminar el año, sólo hemos calculado cuál será el resultado del sector si los precios del crudo se mantienen en los niveles actuales", explicaba una portavoz de la IATA desde la sede de Ginebra. Tal y como está la situación, el futuro a medio plazo del sector aéreo no invita al optimismo. El queroseno representa el 16% de los costes de una compañía de aviación y los precios de este combustible escalaron a mediados de mayo pasado a niveles máximos de 14 años.

Desde que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) aprobó una subida 2,5 millones de barriles diarios su producción de crudo, el pasado 3 de junio, la cotización ha descendido unos dos dólares, a 35,50. No obstante, este descenso aún no supone un cambio definitivo de la tendencia, por lo que todavía habrá que esperar para saber si las aerolíneas se libran o no del quinto jinete este año.

El director general de la IATA, en un comunicado, lamentaba mucho que justo en el año en que el negocio empezaba a levantar cabeza, el aumento de los carburantes echara por tierra todas las expectativas. El sector aéreo ganó dinero, y cada año más, desde 1994 hasta 2000. En 2001, cuando comenzó a vislumbrarse la desaceleración del crecimiento estadounidense, las previsiones de ganancias comenzaron a acortarse. Los atentados terroristas del 11 de septiembre terminaron por asestar el golpe definitivo al sector, que desde ese mismo momento entró en pérdidas. Tras tres años de pérdidas acumuladas cercanas a los 30.000 millones de dólares y profundas reestructuraciones que dejaron a mucha gente sin empleo, 2004 iba a ser el año del despegue definitivo y, sin embargo, será difícil que así sea.

Había razones para ser optimistas hasta que el crudo empezó a dispararse. El tráfico aéreo de pasajeros aumentó un 6,5%, y el de carga, un 15,5% en el primer trimestre del año en el mundo con respecto a los niveles de 2001. El número de pasajeros se incrementó en todas las regiones, con excepción de América del Norte, donde el impacto del 11-S ha perdurado más en la memoria de los potenciales pasajeros. Dentro del reparto, las aerolíneas de bajo coste ya controlan el 25% del mercado estadounidense, el 11% del europeo, mientras que en Asia están comenzando ahora a desarrollarse.

Medidas paliativas

La IATA no quiere que este impulso se pierda, así que ayer recomendó a sus miembros una serie de medidas para hacer más rentable el negocio. La primera y más importante es el llamado billete electrónico: la organización pretende que para 2007 se elimine el papel por completo, lo que ahorraría a las compañías unos 3.000 millones de dólares en costes. Añadido a esto, la IATA propone que las empresas compartan las máquinas de facturación automática (auto-checking), que se estandaricen los códigos de barras en varias operaciones (todas relacionadas con el proceso de facturación y embarque de pasajeros) y trabajar para reemplazar los códigos de barras por sistemas de identificación de radiofrecuencia en el manejo del equipaje de los pasajeros.

Por último, la organización también quiere que los "gobiernos acepten su parte de responsabilidad en el aumento de los costes de la seguridad tras los atentados del 11-S". El sector dice que sus costes han aumentado en unos 5.500 millones de dólares anuales tras los ataques.

El director general de la IATA, Giovanni Basignani, durante una rueda de prensa en Singapur.
El director general de la IATA, Giovanni Basignani, durante una rueda de prensa en Singapur.REUTERS

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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