Aprender y enseñar en la calle

La Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Huelva desarrolla por tercer año consecutivo un proyecto de educación infantil denominado Ciudad Arco Iris, dirigido a alumnos de tercer curso de Magisterio. Se trata de un proyecto que permite a los alumnos aplicar sus conocimientos de forma práctica y experimentar con los niños.

El proyecto reproduce la plaza de una ciudad a pequeña escala, construida en un antiguo gimnasio del campus universitario. En ese espacio, alumnos y profesores de educación infantil han proyectado los lugares más comunes de la vida cotidiana: la cafetería, el supermercado, la farmacia, el centro de salud, el Ayuntamiento o el teatro. En total hay 13 espacios diferentes.

Ana Sánchez, profesora de educación infantil, explica que este proyecto permite a los alumnos "desenvolverse en situaciones simuladas, conocer distintos espacios y elaborar material didáctico para una posible aplicación". Sánchez explica que los alumnos se mueven en la Universidad en un plano teórico, pero no práctico. "Este proyecto permite el trabajo de forma conjunta de profesores de la Universidad, especialistas de educación infantil, de alumnos y de maestros. Nuestros alumnos tienen la posibilidad de planificar actividades y llevarlas a cabo con los niños en un ambiente creativo", señala Sánchez.

Antonio Romero, uno de los promotores del proyecto, afirma que el proyecto está pensado para que los niños de entre tres y seis años jueguen y aprendan y para que los maestros, alumnos y profesores de la Universidad, en equipo, "trabajen buscando fórmulas nuevas para la educación infantil".

Maria del Carmen Ortega, maestra de infantil del colegio público Salinas, de Huelva, señala que los niños ponen en práctica todo lo aprendido durante el curso: "Aquí tienen que aplicar el lenguaje porque hay actividades donde deben escribir, tienen que anotar datos, emplear los colores, aplicar las matemáticas y sociales, las nociones de educación vial, de alimentación, entre otras".

Ana Cinta Gil, otra de las maestras, muestra su entusiasmo por la experiencia. "Es fantástico comprobar cómo de manera lúdica y creativa los niños se integran estupendamente y pueden estar toda una mañana desarrollando conocimientos matemáticos sin que se den cuenta. Eso en una clase normal sería impensable", comenta Gil, quien afirma que "sería magnífico poder contar en los colegios con un espacio como éste".

Lorena Garriño, de 22 años, estudiante de tercero de Magisterio, desarrolla diferentes actividades con los niños en la farmacia. "Aquí hay que emplearse a fondo para que los niños no se desanimen, porque este rincón no es tan atractivo como la frutería o el centro de salud. Al principio nos percatamos de que los niños se aburrían con la venta de los medicamentos como única actividad y decidimos que ellos podrían elaborar sus propias recetas, con productos naturales, como un jarabe a base de leche, miel y limón", comenta.

Irene, de cinco años, trabaja como enfermera en esta ciudad y cuenta qué hace y sus preferencias: "Aquí curamos a los enfermos. Primero le hacemos una ficha, donde apuntamos su nombre y apellidos. El enfermo tiene que poner su dedo en este cuadro. Aquí te lo pasas muy bien. Mejor que en la escuela".