Apoteósico Rossi en Mugello
En una carrera vibrante, con dos mangas por la lluvia, el piloto italiano vuelve a exhibir su maestría y Sete Gibernau acaba segundo
Aunque muchas apuestas señalaban al dottore Rossi como favorito, pocos podían imaginar que iba a lograr un final apoteósico después de un Gran Premio de Italia como el que se disputó ayer en la categoría máxima: carrera a dos mangas debido a la lluvia, adelantamientos mil, líderes de lo más inesperados y caídas espeluznantes. Que se trataba de un asunto personal entre los dos primeros espadas italianos Valentino Rossi (Yamaha) y Max Biaggi (Honda), con el español Sete Gibernau (Honda) de tercero en discordia, no era ningún secreto para nadie. Por algo se corría donde se corría, en Mugello, a la sombra de los Apeninos, en el mismo corazón de la Toscana.
El duelo fratricida italiano quedó patente desde la misma salida. Gibernau partía desde la pole
El duelo Rossi-Gibernau, carenado contra carenado, recordó los duelos entre Rainey y Schwantz
position, pero, un poco frenado por otro italiano, Loris Capirossi (Ducati), pasó el séptimo en la primera vuelta. Sete inició un veloz remonte. Superados el estadounidense Nicky Hayden (Honda) y el italiano Marco Melandri (Yamaha) -el español Carlos Checa (Yamaha) se cayó en la tercera vuelta y tuvo que abandonar-, Gibernau se encaramó a la cuarta posición, desde la que asistió al acoso que los pilotos del team Pons sometieron al líder Rossi. Pero no fue Biaggi, sino el sorprendente japonés Makoto Tamada (Honda) quien rebasó a la Yamaha número 46 del ídolo italiano.
Por detrás de Gibernau, a casi 3,5 segundos de la cabeza, rodaban Barros y Melandri. Biaggi fue perdiendo distancia, mientras que Tamada, correoso, aguantó el tipo hasta verse forzado a abandonar, traicionado por el neumático trasero de su Honda. En la vuelta 12ª de las 23 que debían completarse, la Kawasaki de otro japonés, Shinya Nakano, rompió un disco de freno delantero al final de recta, cuando rodaba a más de 300 kilómetros por hora, y sufrió un violento accidente, sin consecuencias graves para el piloto, que fue atendido de inmediato en la clínica móvil que se instala en todos los circuitos en los que se celebran los grandes premios.
La lucha entre Rossi y Gibernau, carenado contra carenado, como si fuera una carrera de 125cc, no dejó de recordar los electrizantes duelos entre los estadounidenses Wayne Rainey y Kevin Schwantz, que, a principios de la década de los noventa, ponían los pelos de punta al respetable. Pero en la vuelta 17ª Rossi redujo la marcha, se incorporó sobre su moto, levantó el índice y señaló al cielo: estaba empezando a llover. La prueba quedó detenida. Los comisarios decretaron que se tomara una nueva salida, ya como carrera en mojado y con sólo seis vueltas por completar. En la parrilla formada media hora más tarde todas las motos montaron slicks, neumáticos sin dibujo para piso seco: la lluvia había cesado. Las seis vueltas fueron de infarto, con continuos cambios de líder en el pelotón. El japonés Norick Abe (Yamaha) salió por delante, seguido de Biaggi y Rossi. Al final de la segunda vuelta una Ducati pasó a encabezar la prueba, la pilotada por el español Rubén Xaus, del equipo D'Antin Moto GP, peleándose por el liderato con el australiano Troy Bayliss, también a los mandos de una Ducati.
Sin embargo, el liderato de Xaus terminó al final de la tercera vuelta. Fue superado por Bayliss, quien a su vez era rebasado después por Rossi, Gibernau y Biaggi. A pesar del esfuerzo de Gibernau, que marcó la vuelta rápida en el penúltimo giro, estas posiciones se mantendrían hasta el final. El triunfo era incontestable para Rossi, si bien su rival español logró una segunda posición que le permite continuar al frente de la clasificación general del Mundial y contabilizar 10 puntos de ventaja respecto al dottore. Gibernau era consciente de que corría en terreno ajeno y también de que los papeles se invertirán la próxima semana, será él quien gozará del apoyo de la afición que llenará el circuito de Montmeló. Por el momento, Rossi y Gibernau se han repartido las victorias en los cuatro grandes premios disputados. La situación, en vísperas del Gran Premio de Catalunya, no puede estar más interesante.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.