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El Papa dice en Suiza que "es bello consumirse hasta el fin por Dios"

Enric González

Juan Pablo II viajó ayer a Berna, en su primer desplazamiento al extranjero desde septiembre pasado. Era una visita breve, de sólo dos días, pero difícil por su estado de salud y porque el catolicismo suizo, muy liberal, estaba lejos de las posiciones de la actual Administración vaticana. El Papa quiso, de todas formas, encontrarse con unos 10.000 jóvenes suizos que le recibieron con entusiasmo. Y les invitó a vivir con disciplina, a hacer del matrimonio "una comunión de vida estable y fiel" y a no tener miedo de la vocación sacerdotal. "Es bello consumirse hasta el fin por Dios", dijo.

El mensaje papal a los jóvenes católicos suizos, pronunciado en alemán, fue, en cierta forma, una respuesta a la polémica que precedió su visita. Semanas atrás, un grupo de personalidades católicas le remitieron una carta sugiriéndole la necesidad de dimitir, ya que los obispos (el Papa es obispo de Roma) se jubilan a los 75 años, y Juan Pablo II tenía ya 84 y estaba enfermo. Karol Wojtila contestó ayer ante un auditorio juvenil: "Tras casi 60 años como sacerdote", afirmó, "me siento feliz de expresar aquí, ante todos vosotros, mi testimonio: ¡es bello consumirse hasta el fin por la causa del Reino de Dios!". Juan Pablo II ya había indicado otras veces que la enfermedad le acercaba a la Pasión de Cristo y que pensaba apurar su agonía sin esconderse de la mirada del mundo.

Los muchachos, reunidos en el pabellón de la pista de hielo de Berna, le aclamaron a su llegada e hicieron ondear cientos de banderas polacas mientras le vitoreaban. El Papa les correspondió con gestos de la mano derecha. El aspecto de Karol Wojtila era quizá algo mejor que la víspera, cuando se entrevistó en el Vaticano con George W. Bush; en general, parecía menos frágil que en septiembre pasado, durante su visita a Eslovaquia. Conmovía, sin embargo, ver a ese hombre, que fue tan expresivo, agarrotado por la enfermedad de parkinson, incapaz de dibujar la más leve de las sonrisas, impotente para responder de forma física a los saludos de la audiencia.

Manos temblorosas

Los jóvenes le aplaudieron cada vez que pasaba página, al constatar lo difícil que resultaba esa labor para las manos temblorosas del Papa. Juan Pablo II, sin embargo, rechazó con brusquedad la ayuda que le ofreció un cardenal para pasar una página.

Pese al calor juvenil, la jerarquía católica suiza era consciente de que el mensaje papal de disciplina y sacrificio hallaba mal acomodo entre las comunidades locales. El propio presidente confederal, Joseph Deiss, comentó en su discurso de bienvenida que en un país de tradición democrática como Suiza podían "existir divergencias acerca de algunas enseñanzas y preceptos" papales. Suiza, pese a ser punto de origen de la reforma calvinista, una de las más severas dentro del protestantismo, sigue siendo mayoritariamente católica. El 41,8% de los ciudadanos se declaran católicos, frente al 37% de las diversas iglesias protestantes.

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