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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cuestión de demanda

El cartel de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) decidió ayer tranquilizar el mercado petrolero mundial anunciando que aumenta su cuota de producción en dos millones de barriles diarios en julio y otros 500.000 barriles diarios adicionales en agosto. Con esta decisión, la OPEP pretende aliviar las tensiones del mercado aumentando la oferta de crudo, con el fin apenas confesado, pero evidente, de evitar que el precio del barril llegue e incluso rebase los 40 dólares, un nivel que pondría en grave peligro los indicadores de recuperación en EE UU y Japón y aumentaría las dificultades de la economía europea para alcanzar tasas razonables de crecimiento. La reacción de los mercados ha sido tibia. Los inversores interpretan correctamente que los factores de distorsión sobre el precio se mantienen y poco o nada tienen que ver hoy con la cuota de producción.

De hecho, es un problema de demanda, de exceso de demanda, y también de inestabilidad política en la zona de producción de Oriente Próximo, concretamente en Arabia e Irak. Respecto a la primera causa, puede citarse la presión del crecimiento de China y la supuesta ausencia de reservas en Estados Unidos. Pero la segunda causa es decisiva y, por añadidura, incontrolable. La guerra en Irak y la inestabilidad saudí han provocado un desbarajuste imparable en el mercado petrolero, de forma que incluso los cálculos más prudentes indican que entre 8 y 9 dólares del precio actual del crudo serían atribuibles a la llamada prima del terror.

La clave, pues, para volver a la normalidad -entendida como un precio por debajo de los 30 dólares- es que se acabe con la inestabilidad en la zona. Sin esa condición, el resto -incluido el aumento de la producción- son remedios parciales, pero no soluciones fiables. Y ya que se mencionan los remedios, cabe mencionar el reciente Ecofin, que trató casi de forma monográfica sobre el impacto del precio del crudo en el crecimiento. La recomendación final, esto es, que los países no adopten soluciones unilaterales -como bajadas de impuestos- para aliviar el efecto de la explosión del crudo, debería ser respetada a pies juntillas.

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