Un Yong Kim, vicepresidente del COI, condenado por corrupción a dos años de cárcel
Quien juega con fuego puede quemarse. Eso le ha ocurrido al surcoreano Un Yong Kim, de 73 años, uno de los miembros más veteranos, influyentes, sospechosos y temidos del Comité Olímpico Internacional (COI). Fue condenado ayer por la justicia de su país a dos años y medio de cárcel por corrupción, aunque él ha recurrido. El fiscal le pedía siete por malversación de fondos y soborno cuando dirigía la Federación Internacional de Taekwondo, el arte marcial surcoreana que él consiguió meter en el programa olímpico. Fue una de las muchas gestiones que su alargada sombra de poder logró con su influencia político-deportiva. Precisamente el juez tomó como atenuante su edad, su teórico arrepentimiento y los servicios prestados al deporte nacional. Además de diputado, desde los años 60 fue delegado surcoreano en la ONU y posteriormente, tras la apertura del país coincidiendo con los Juegos de Seúl 88, en los que participó activamente, llegó a ser el hombre fuerte de la presidencia, como asesor, embajador extraordinario y consejero permanente.
Desde su entrada en el COI en 1986, ya como presidente de la Asociación de Federaciones Internacionales, pasó por los cargos más importantes del máximo organismo olímpico, e incluso fue uno de los cinco aspirantes a suceder a Juan Antonio Samaranch en las elecciones de 2001 que ganó Jacques Rogge. Directivos de Samsung declararon en el juicio el 26 de abril que Kim les pidió medio millón de dólares para su campaña, algo que no aceptaron, pero el dinero sí acabó yendo a su taekwondo. Fue la guinda de múltiples manipulaciones. Entre ellas, el conflicto provocado con su hijo en el escándalo de Salt Lake City. Le salpicó su situación ilegal en Estados Unidos y aunque no estuvo entre los 11 miembros expulsados entonces por el COI, sí recibió una amonestación por falta grave. Sin embargo, prueba de su poder fue que logró ser reelegido en 2003 como uno de los cuatro vicepresidentes. Debido a su proceso, que se ha alargado cinco meses, desde finales de 2004, estaba suspendido temporalmente.
El 9 de enero dimitió de sus cargos admitiendo haber hecho "cosas incorrectas, pero siempre en beneficio del desarrollo de los países pobres". El 27 fue arrestado, tras recuperarse de una hipertensión, y ahora, condenado.
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