Las empresas se atragantan con el inglés
A pesar de invertir millones de euros en formar a sus empleados, éstos están muy lejos de sus colegas europeos
El inglés es una asignatura pendiente para muchos ejecutivos españoles. Y no porque las empresas no inviertan en esta partida o no le hayan puesto imaginación. Se ofrecen desde las tradicionales clases a la hora de comer hasta estancias en escuelas propias que replican un ambiente cien por cien inglés e incluso teleprofesores. Con escasos resultados todavía. El cambio generacional puede acabar con una situación que aleja a España de buena parte de Europa.
El inglés es la cuarta 'asignatura' favorita de las empresas cuando piden financiación para formación. En 2001 se aprobaron 1.986 cursos
Son muy pocos los presidentes de grandes empresas españolas que pueden jactarse de que todos los miembros de su comité de dirección hablan inglés a la perfección. Y eso no significa sólo ser capaces de desenvolverse en sus viajes al extranjero, sino también, y sobre todo, poder negociar en igualdad de condiciones con un socio comercial o hacer una presentación ante inversores.
El inglés se ha convertido en el idioma de los negocios y en un lastre para los empresarios españoles que se ven obligados a competir en un mercado global. Si casi el 80% de los suecos, holandeses y daneses hablan inglés, al igual que alrededor de la mitad de los austriacos, finlandeses y más del 40% de alemanes y belgas, entre los españoles son menos del 20%, según la Comisión Europea.
Conscientes de esa rémora, las empresas españolas invierten cada año millones de euros en mejorar la habilidad lingüística de sus empleados. Ya es difícil encontrar una empresa que no tenga un profesor de inglés y cada vez son más las que financian estancias en el extranjero a sus trabajadores.
El esfuerzo es difícil de cuantificar. Los cursos financiados con dinero público son un indicador: el inglés fue la cuarta asignatura favorita de los responsables de formación en la convocatoria del Forcem de 2001, último año con datos cerrados. A cargo de ese presupuesto se financiaron ese año 1.986 iniciativas empresariales relacionadas con estas enseñanzas por las que pasaron 45.961 trabajadores durante una media de 67,2 horas. Otros 28.311 profesionales se apuntaron a los cursos organizados por sindicatos, patronales y otras agrupaciones que también reciben dinero público.
"Hay dos tipos de empresas: las que ofrecen clases de inglés como un beneficio social para el empleado y las que lo consideran un aspecto clave de su formación y diseñan acciones más específicas", asegura Juan Carlos Medina, de Vaughan Systems, una consultora especializada en la enseñanza de inglés en empresas.
Lo que está claro es que las empresas optan cada vez más por iniciativas originales. Banco Bilbao Vizcaya (BBVA) invierte en idiomas el 14% de su presupuesto de formación, que en 2004 asciende a 22 millones de euros. Buena parte de esos 3,08 millones de euros corresponden a una iniciativa original: el aprovechamiento de un hotel rural como escuela en Ballesteros de Calatrava, a una veintena de kilómetros de Ciudad Real. Desde que en abril de 2002 el centro abriera sus puertas han pasado por él casi 1.000 empleados -son unos 23.000 en España- en cursos de cinco días donde el castellano está prohibido y hasta la televisión emite sólo en inglés.
El banco quiere también poner a prueba a sus empleados. Los 2.100 que forman parte del programa de idiomas se han tenido que pasar por el BULATS, el examen propuesto por la Asociación Europea de Examinadores (ALTE) y que coordina la Universidad de Cambridge.
La fiebre certificadora está más extendida en los procesos de selección, donde cada vez más empresas exigen a los candidatos cierto nivel de inglés. "El problema es que la oferta es bajísima", asegura el presidente de la consultora Hay Group, Enrique de Mulder, por lo que al final las empresas se ven obligadas a bajar el listón.
La situación, sin embargo, está cambiando en los últimos años, desde la llegada de la democracia que dejó atrás el aislamiento franquista y con el ingreso de España en la Unión Europea (UE) en 1986. El problema, según Medina, es que se ha pasado "de un nivel 0 a un nivel 4, que aún no nos permite trabajar".
Cada año, 17.000 personas se someten en España al TOEIC, una prueba ideada en Estados Unidos para evaluar la capacidad de comunicación en inglés en un entorno laboral. Su puntuación media mejoró un 20,5% entre 2000 y 2004 (un 9% entre los que se sometían al test como parte de un proceso de selección), según los datos proporcionados por TEA Ediciones, su representante oficial en España. La nota final es más alta entre los que han seguido estudios de posgrado y entre los empleados de los departamenteos de Marketing y Producción.
El cambio es también generacional. "Las nuevas incorporaciones tienen más nivel, están más formados", reconoce Keith Godfrey, responsable de Idiomas de BBVA. En la actualidad, más de 18.000 estudiantes españoles estudian en otro país europeo de la mano de los programas de movilidad Sócrates y Erasmus. El grupo mayoritario, cercano a los 3.000, corresponde a estudiantes de Ciencias Empresariales. Alrededor de 3.500 eligen destinos ingleses, como el Reino Unido, Irlanda y Malta. Cabe esperar que la incorporación de esa generación al mercado laboral acabe igualando a los españoles con sus colegas europeos.
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