India despierta al crecimiento
Buenas perspectivas para la economía del gigante asiático tras el triunfo electoral del partido de los Gandhi
Hay cientos de razones para el optimismo. La primera, que el nuevo primer ministro es Manmohan Singh, el arquitecto de la reforma india que acabó, al principio de la pasada década, con el llamado crecimiento hindú, un eufemismo que escondía todo tipo de trabas e impedimentos a la expansión de la economía. La segunda, el crecimiento del 8,1% del pasado año, cerrado el 31 de marzo; además de la confianza que se respira entre la emergente clase media, cuya voluntad consumista tira de la producción. La guinda es el espectacular florecimiento de la tecnología de la información, con la ciudad de Bangalore convertida en el Silicon Valley del siglo XXI.
Los expertos consideran que si India mantiene un ritmo de expansión en torno al 7%, se alejarían tensiones inflacionistas
Con un PIB de 560.000 millones de dólares, la economía india es la duodécima del mundo, y los expertos consideran que para el año 2020 se habrá situado entre las cinco primeras. Si bien es cierto que dos tercios de los 1.050 millones de habitantes de India siguen malviviendo de la agricultura, también lo es que entre la población urbana hay 200 millones de consumidores que, según una encuesta reciente de la consultora ACNielsen, son los más optimistas de toda Asia.
Al auge de la clase media contribuyen unas remesas superiores a los 10.000 millones de dólares anuales (la cifra más alta del mundo) que envía la diáspora (que comienza a emprender el camino del retorno) y que se invierten en parte en la formación y el respaldo para el establecimiento de los hermanos menores. Ése es el caso de Raghu Raj, de 21 años, en el tercer curso de Ingeniería de Telecomunicaciones en Bangalore, con dos hermanos en EE UU. Ni Raghu, ni su compañero de curso Kiran Nagaraj, con un hermano en el mismo país, tienen prisa por ponerse a trabajar. Antes quieren hacer un master en una universidad india porque están convencidos de que el "futuro está en India".
Deslocalización
El fenómeno de Bangalore no es único. La industria del software se multiplica por todo el sur de India -Chennai (antes Madrás), Hyderabad, Pune, Mumbay (antes Bombay)- y son muchas las ciudades que han establecido parques tecnológicos en los que se asientan las grandes multinacionales. Entre ellas, destaca Kolkata (Calcuta), cuyo gobierno comunista ha dado muestras de gran pragmatismo -ha declarado "estratégico" al sector tecnológico, lo que excluye las huelgas-. IBM y otros gigantes de la informática se han instalado allí.
La deslocalización tan de moda en Occidente y que va desde la industria a los centros de llamadas, pasando por la contabilidad o el secretariado, ha encontrado su paraíso en India. De Vodafone a Hewlett-Packard, General Electric, Philips, el HSBC (segundo banco del mundo) y Citicorp, las empresas acuden a este gigante asiático como moscas a la miel. Al boom del sector, que se duplica cada año desde 2000, contribuyen en gran medida el buen nivel de inglés de la sociedad urbana india, la calidad de su enseñanza universitaria y los bajos costes salariales.
Hace dos meses, cuando era sólo el asesor económico de la líder de la oposición, Sonia Gandhi, y nadie daba un duro porque el Partido del Congreso ganara las elecciones, el ahora flamante primer ministro sostenía que el crecimiento económico de India podía mantenerse en torno al 6,5% con sólo algunas reformas más, como la apertura a la inversión extranjera y una privatización real de los grandes conglomerados con pérdidas, y no con la escasa venta de participaciones de empresas con ganancias realizada durante los ocho años de Gobierno del BJP.
Pese a la huida masiva de capital extranjero de la Bolsa de Mumbay ante la incertidumbre desatada por el largo proceso electoral y el acuerdo del Congreso con los comunistas, los expertos consideran que no hay razones para pensar que se vayan a retrasar las reformas. De hecho, el Gobierno comunista de Bengala Occidental privatizó 15 de sus mayores empresas.
Cuando Singh se convirtió en ministro de Finanzas, en 1991, se encontró un país casi en bancarrota, con una economía obsoleta y encarcelada por la burocracia y la corrupción. Fue Singh, en sus cinco años de mandato, quien puso en marcha la locomotora del cambio a la que se subió el BJP. El crecimiento de los últimos años ha beneficiado sobre todo a la emergente clase media y ha profundizado en la tremenda brecha existente entre el campo y la ciudad. De ahí que la mayor atención al sector rural prometida por el Congreso pueda ser beneficiosa, no sólo como impulsor del crecimiento -la agricultura supone el 25% del PIB-, sino también de estabilidad.
Con 10 millones de jóvenes que acuden al mercado del trabajo anualmente -el 54% de la población tiene menos de 25 años-, la mayor atención que promete el Congreso a sectores productivos que demandan mucha mano de obra es otro factor de estabilidad que favorece un crecimiento más igualitario y disminuye la peligrosa amenaza de decenas de millones de desempleados. La tecnología de la información sólo emplea a 800.000 personas.
Menos déficit
Los expertos consideran que, si India mantiene un ritmo de expansión en torno al 7%, se alejarían tensiones inflacionistas, como las que ahora amenazan a China, y colocaría al antiguo país de los maharajás en una posición de ventaja con respecto a su vecino, ya que sobre India no pesa el fardo de créditos impagados que se cierne sobre la banca china.
Para avanzar, India necesita reducir su déficit presupuestario, disparado en torno al 9,5% del PIB. De ahí que otro de los grandes retos de la reforma sea acabar con buena parte de los subsidios que se comen el presupuesto y no crean empleo. El ahorro serviría para ampliar las inversiones en infraestructuras. Todavía no está garantizado el suministro de electricidad, ni siquiera en las grandes ciudades, donde los cortes llegan a 12 horas diarias. Puertos, aeropuertos, carreteras y ferrocarril necesitan modernizarse para que no se conviertan en obstáculo al crecimiento.
Con unas reservas de divisas cercanas a los 100.000 millones de dólares, India tiene ante sí un brillante futuro si es capaz de mejorar la eficiencia de su Gobierno y reducir su nivel de corrupción. "Ahora se pueden obtener, sin tener que sobornar o dar propinas a los funcionarios, desde inscripciones en el registro a billetes de tren, documentos y un sinfín de información", afirma el periodista Kul Bushan, para destacar que la clase media ha encontrado en Internet un aliado contra la corrupción.
Ciudad Infosys
Un gigantesco colegio europeo, un centro comercial norteamericano... Ciudad Infosys parece todo menos lo que es: la sede central de una de las mayores empresas de software y tecnología de la información de India, con clientes como Boeing, Reebok, Visa o New York Life. Situada a las afueras de Bangalore, Ciudad Infosys es una enorme extensión impoluta, de calles ajardinadas con aparcamientos para bicicletas y edificios simétricos entre los que se emplazan cuatro restaurantes de cocina internacional abiertos 18 horas al día; gimnasio, piscina, minigolf y canchas de tenis y baloncesto. A caballo entre el paternalismo y la cárcel con barrotes de oro, la empresa subvenciona la comida en los restaurantes y ofrece gratis las actividades deportivas a sus 10.000 empleados "para que se sientan mejor que en casa", afirma la jefa de prensa, Bani Dhawan, de 27 años.
Fundada en 1981 con 250 dólares, Infosys alcanzó una cifra de negocios de 1.060 millones de dólares en el ejercicio económico del año pasado, cerrado el 31 de marzo, y tiene previsto crecer en éste alrededor del 25%. En total tiene 25.000 empleados, cuya media de edad no alcanza los 26 años. Tiene previsto contratar otros 10.000 ingenieros y procesadores antes de finales de 2005, para lo que recibe cerca de un millón de solicitudes al año. Su atractivo es ofrecer un salario alto: 15.000 rupias (300 euros) mensuales durante los tres meses de entrenamiento. "Luego, a cada uno según sus capacidades". No hay horario. Se supone que cada uno es responsable del suyo y de atender a los clientes cuantos éstos lo requieran.
En un país donde la mayoría de las bodas son arregladas por los padres, Infosys fomenta el matrimonio entre sus empleados. "Somos como una gran familia", afirma Dhawan, cuyo marido y cuñado también trabajan en la empresa.
Infosys, Wipro y Tata han abierto miniciudades en el parque tecnológico de Bangalore. No es de extrañar que Tokio, Hong Kong y Singapur, que pretendían establecerse como los grandes centros de servicios de Asia, se hayan echado a temblar ante el nuevo competidor.
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