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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Elecciones para Europa

La pasada medianoche arrancó en España la campaña de las elecciones al Parlamento Europeo que se celebrarán en 25 países entre el 10 y el 13 de junio. Va a resultar difícil movilizar a un cuerpo electoral sin precedentes: 350 millones de votantes que habrán de decidir la composición de un parlamento de 732 miembros, 54 de ellos españoles. El Tratado de Niza ha hecho perder 10 escaños a nuestro país, que perderá otros cuatro más en la siguiente legislatura. Estos comicios nunca han logrado, en sus 25 años de existencia, convocar a los electores en torno a ideas y programas europeos, y se han quedado hasta ahora en una suma de elecciones de contenido nacional, pese al gran poder que tiene hoy la Eurocámara. Es de lamentar que no se haya llegado a tiempo de cerrar una Constitución europea, que de haberse sometido a referéndum en estos comicios les hubiera dado un mayor aliento europeísta. Al menos esta vez sí parece que el próximo presidente de la Comisión Europea saldrá de las filas de la familia política mayoritaria.

La UE es un éxito de colaboración política y social jamás alcanzado antes, pese a que su vida interna nos lo haga olvidar en el día a día. Ha reconciliado a enemigos históricos y logrado el pasado 1 de mayo el gran salto hacia la unificación en paz de un continente durante muchos siglos desgarrado y dividido. Su enorme fuerza humanista ha sido el motor de muchas transiciones de dictaduras a la democracia que han dado la libertad a decenas de millones de europeos.

Aunque inconcluso, imperfecto y muchas veces irritante, el proyecto europeo tiene tal magnitud y cualidades demostradas que merece la entrega de los partidos democráticos de sus 25 países miembros y la movilización de su cuerpo electoral. Sería deseable por ello que los políticos europeos, y especialmente los candidatos a entrar en el nuevo parlamento, fueran capaces de ilusionar a los votantes con perspectivas y proyectos comunes europeos.

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Desgraciadamente, serán las pugnas políticas nacionales las que prevalezcan, cuando no la apatía. Las europeas suelen ser una ocasión, sólo aparentemente gratuita, de castigar al gobierno de turno. En España, por el contrario, el cambio de mayoría es lo suficientemente reciente y marcado como para que, previsiblemente, esta ola se mantenga el 13 de junio. Esta vez hay un elemento común que puede pesar sobre los electores de los 25 países convocados a las urnas: la guerra de Irak, que dividió a Europa y que ahora le puede proporcionar las ganas y la oportunidad de reencontrarse.

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