Morientes abandona Mónaco con una sonrisa
Los jugadores del Mónaco iban desfilando con rostros serenos, aunque la huella del abatimiento era indisimulable. Pasaba Ibarra alicaído, Giuly cojeando tras la lesión que le obligó a abandonar la primera parte y con el nudo de la corbata tristemente caído. Pasaba el gesto de circunspección del larguirucho central Rodríguez. Y en esto apareció una sonrisa, la de Fernando Morientes. Para un hombre que ha ganado tres Copas de Europa, lo de anoche queda como un simple accidente en su carrera. Morientes incluso se permitió bromear: "Ahora ya sé lo que es perder una final de la Champions".
"Hay que ser profesionales y saber encajar estas cosas. Además, a pesar de todo estoy feliz por la campaña que hemos hecho", declaró el delantero cuyos goles habían propulsado al Mónaco a la final llevándose por delante, entre otros, al Madrid, el club al que pertenece y que le ha estado pagando todo el año las tres cuartas partes de su sueldo. Morientes, además, salía con la tranquilidad de haber dado por terminada su comisión de servicios en Mónaco. Antes de la final, su familia ya había recogido los enseres de la vivienda del Principado. Hoy mismo, montará en el coche a su esposa, a los niños, al perro y la empleada de hogar y conducirá hasta Madrid, donde volverá a instalarse en la casa que nunca dejó. Puede que su regreso a España sea definitivo, si José Antonio Camacho le reclama para su proyecto.
O puede que tenga que emprender de nuevo el camino del exilio. Si así fuese, en esta ocasión le tocará un club con más nombre que el Mónaco.
Morientes se sacudió las preguntas sobre su destino inmediato. "No es momento para hablar del futuro. Ahora sólo pienso en incorporarme a la selección para la Eurocopa", aseguró.
En todo caso, dejó algo muy claro: "He ganado tres Copas de Europa y estoy seguro que volveré a ganar una cuarta".
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