Cantando bajo la lluvia
La boda del Príncipe me ha hecho recordar cuando siendo niña fuimos toda la familia a ver en technicolor el reportaje de la coronación de la reina Isabel de Inglaterra. Aquel acontecimiento fue tan importante que hasta mi tía abuela Severi accedió a acompañarnos; fue la única vez que pisó un cine en su vida.
En esta ocasión estuve viéndola por televisión junto a mi madre. Ella no suele recordar que soy su hija, pero en cambio no le costó reconocer a los reyes. Este evento ha tenido ocupada y feliz a la tercera edad. Lo que puede considerarse una acertada política de Estado en materia de asistencia social.
Seguramente ha tenido más éxito entre las mujeres, a causa de tanto lucimiento. Pero también los hombres lo han pasado bien, porque han podido sonreír con escepticismo, que es algo que les gusta mucho. En particular me han parecido encantadores los de izquierdas que han querido contribuir a la celebración montándose un poteo republicano.
Llamar republicano al poteo es, como dirían mis alumnos, una "rebuznancia" porque el poteo siempre es republicano y municipal. Y se puede ser republicano sin perder el sentido común, o sea el realismo. Con adornos tricolores, como lució alguna invitada, la boda queda más real.
Gobernar es otra cosa. Resulta tan fácil hoy en día meter la pata, y tan difícil que pase desapercibido, que los gobernantes no nos duran gran cosa. Y aún se diría que cada vez van a durarnos menos.
Entonces necesitamos alguien que nos represente a todos con discreción y sin hacer mucho el ridículo (un poquito se le podría perdonar). Para mí que este Rey nos representa mejor que Chirac a los franceses o Bush a los norteamericanos. Y no sólo ante el mundo exterior. También entre nosotros, para recordarnos que tenemos mucho en común y que estamos unidos en lo fundamental, en la dicha y quizás todavía más en la adversidad, como el 11-M. Para eso creo que es bueno tener un Rey, siempre que sea como el que tenemos.
Como francesa no me hacen falta reyes porque tenemos la République que es algo muy real. Los reyes perdieron allí no sólo la cabeza sino la oportunidad de representar a la nación. Pero en España es justamente al revés. Aquí el régimen republicano hizo perder a muchos la cabeza y no sólo por la sublevación de Franco. Ahora España es una república de ciudadanos representada por un Rey. Y aunque nunca llueve a gusto de todos, ¿qué más republicana que una reina bajo el paraguas acompañando a su hijo a casarse? No me extraña que mi madre se lo pasase tan bien.
Bin Laden no tiene ni idea de la fuerza, sólo en apariencia frívola, que sostiene a una sociedad moderna como la española.
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