_
_
_
_
Perfil | Giancarlo Cimoli

Un 'mandarín' para Alitalia

Enric González

No hay una economía italiana, sino dos. La de las pymes, semidesconocidas para el público, huidizas frente al fisco y generadoras de riqueza, y la de la gran industria, pública o semipública, directamente relacionada con los centros de poder político y financiero, socialmente turbulenta, normalmente deficitaria y dependiente de subsidios. Esta segunda economía, que reconoce como patriarca al mítico Enrico Mattei, fundador del ENI (equivalente al INI español), ha generado una élite de mandarines poderosos y discretos, atentos siempre a las necesidades del Estado. Uno de esos mandarines es Enrico Bondi, desde diciembre comisario de Parmalat. Otro de ellos es su amigo Giancarlo Cimoli, recién nombrado administrador de Alitalia, una compañía aérea que lleva meses al borde de la quiebra.

Como Bondi, Cimoli es químico de profesión: ambos fueron formados en el magma agro-químico-textil-energético que giraba en torno al Grupo Ferruzzi-Montedison. Como Bondi, su vida personal sigue el modelo del antiguo patriciado romano: discreción, trabajo intenso y retiros en una villa campestre para cultivar devociones privadas. El vino y el aceite, en el caso de Bondi. Los caballos y el mar, en el caso de Cimoli.

Giancarlo Cimoli, casado, con dos hijas, es un poco más joven que Bondi. Nació en Massa Carrara (Toscana) en 1939, se graduó en Químicas en el Politécnico de Milán, el más prestigioso centro del país, y, como Bondi, se dedicó a la ingeniería una breve temporada. Tras sólo cinco años de vida laboral fue cooptado por el mandarinato y colocado en 1972 al frente de Snia Viscosa. Desde finales de los ochenta y hasta finales de los noventa trabajó en los centros neurálgicos de la vieja industria y el monopolio público: Montedison, Monteshell, Enimont.

En 1997, cuando el Estado le situó al frente de Ferrovie dello Stato (FS), la Renfe italiana, ya se había ganado el sobrenombre de Diesel por su trabajo discreto e incansable. FS, con 120.000 trabajadores y unas pérdidas anuales de casi 2.000 millones de euros, estaba casi en coma. Cimoli reorganizó la sociedad a partir del holding Trenitalia, alcanzó beneficios y mejoró un servicio que era espantoso.

El nuevo encargo es dificilísimo, peor que el de FS. Alitalia sufre una competencia feroz por parte de las otras grandes compañías europeas y, sobre todo, de las líneas de bajo coste. Algunos sospechan que Silvio Berlusconi sólo intenta ganar tiempo con el nombramiento de Cimoli y demorar una quiebra inevitable. Pero si Cimoli sacó del agujero a FS, considerada insalvable, no debe descartarse la posibilidad de un nuevo milagro.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_