Periodismo, literatura, democracia

El periodismo y la literatura han mantenido diálogos cruzados, sin mezclarse, pero ahora ya con mucho público joven. Algunos profesores de universidad han colado a sus alumnos y los diálogos se van llenando hasta la bandera, desmintiendo esta vez al admirado Wilde ("la diferencia entre el periodismo y la literatura es que el periodismo es ilegible y la literatura no se lee"). Ya se sabe que a Oscar le gustaba épater le bourgeois, pero su concepción elitista de la literatura se ha visto desmentida por la industria del best seller. Hasta tal punto, que pude comprobar la alegría de dos jóvenes limpiadoras del hotel donde almorzó Paulo Coelho; no cabían de gozo porque el escritor les había dirigido palabras amables.

Que el periodismo no es ilegible y además tiene lectores se ha comprobado con el diálogo Información. Poder y ética en el siglo XXI. En él, los informadores han diseccionado la Verdad y la han confrontado con el Poder. Algunos han defendido honestamente su profesión sin dejar, por ello, de hacer autocrítica. No todos. A juicio de la representante de Al Jazira, la suya es una cadena independiente, objetiva y aconfesional, y Antoni Bassas se ha marcado una clase magistral sobre objetividad y equidistancia. La gran cuestión, sin embargo, era si el periodista que quiere actuar con ética debe ser forzosamente un héroe. Oyendo a la presidenta de Reporteros sin Fronteras pudiera parecer que sí, aunque Adela Cortina dijo: "El problema es que hoy el periodismo se hace en las empresas y no basta con la ética del periodista. Es necesaria una ética de la empresa". La honestidad de quien escribe, habla o actúa en la pantalla ya no es suficiente, como tampoco lo es sólo tener buenas leyes. Al no existir medios realmente independientes, la clave de la democracia está en tener muchas fuentes de información.