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Crítica:LA LIDIA | FERIA DE SAN ISIDRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Toreando bajo la lluvia

Antonio Lorca

Cuando salió el sexto llovía torrencialmente. Más de media plaza había huido despavorida. Y en eso que sale Juan Diego, se asienta en el barro y dibuja tres o cuatro verónicas extraordinarias, de esas que quedan en el buen recuerdo. Cante grande, que diría el tópico, y bajo la lluvia. Se envalentonó en el quite y trazó una buena media. Se descalzó cuando tomó la muleta y se le notó que hizo un enorme esfuerzo en algunos redondos de calidad y un largo pase de pecho. El toro se quedó corto por el lado izquierdo y la faena se diluyó pronto. Pero fue emotiva, aunque de más a menos. El torero estaba convencido de su gesta y se marcó una vuelta al ruedo para su propia satisfacción.

Hasta entonces, no hubo toreo. Lo cierto es que el toreo moderno ha acabado con la lidia del toro. Si no hay redondos, naturales y adornos, no hay faena. Si el toro presenta dificultades, la desconfianza se apodera de los de luces y montan la espada con inusitada rapidez o confunden la pesadez con la justificación. Es justa, sin embargo, la prevención de quien se juega el físico, pero la lógica dice que a Madrid hay que venir más dispuesto, más decidido a superar las barreras que imponen los toros que, en contra de la modernidad, se destacan por su aspereza y bronquedad.

Ibán / Encabo, Ferrera, Diego

Toros de Herederos de Baltasar Ibán, bien presentados, mansos, blandos y descastados; 3º y 4º, muy deslucidos; el 6º, noble. Luis Miguel Encabo: media y tres descabellos (silencio); bajonazo (silencio). Antonio Ferrera: estocada baja (algunos pitos); pinchazo, casi entera baja y un descabello (silencio). Juan Diego: estocada (silencio); casi entera (vuelta con protestas). Plaza de las Ventas, 21 de mayo. 11ª corrida de feria. Lleno.

Es verdad que los de Ibán presentaron dificultades, especialmente tercero y cuarto. Juan Diego, en su primero, pasó un auténtico mal trago porque el animal se colaba con descaro y tiraba hachazos directamente al cuello. Intentó el torero pasarlo por uno y otro lado, y no había manera. Ahí se acabó la historia. No lo lidió porque no es un jabato para jugarse la vida, y porque no sabe. El toro impuso su ley, al igual que le ocurrió a Encabo en su segundo, otro animal de mala condición que lo buscó con saña con una embestida incierta y probona. Tampoco lo lidió porque no se lo han enseñado en la escuela. Tristemente, la modernidad no sabe de lidia, con el consiguiente perjuicio para los pocos aficionados que aún quedan por esas plazas de Dios.

Olvida el toreo de hoy que todos los toros, excepto los muy descastados, tienen su lidia, que puede ser bella y espectacular con los de mala condición como los citados. Pero eso debió ser antes. Hoy se presenta la muleta, generalmente de mala manera, y si el toro pasa, bien, y si no pasa, a matar. Y no ocurre sólo con los más peligrosos. El primero de Encabo, por ejemplo, embestía de manera descompuesta, y el torero, muy desconfiado, dio la impresión de tener delante un barrabás, que no era el caso.

A Ferrera le ocurre, más o menos, lo mismo. Su primero era soso y acudía a los engaños con un galope cansino y, entre la sosería del toro y que el torero no es un exquisito, no hubo lucimiento. Cuando pasaba de muleta al quinto comenzó el diluvio y ni se vio al toro ni se puede juzgar al torero, que se defendió como pudo de una embestida poco clara y de la lluvia.

Por cierto, Ferrera y Encabo pusieron banderillas. Éste debe dedicarse más a su toreo porque no las coloca, al menos ayer, con el decoro debido. Algo debió intuir porque el tercio de su segundo toro lo dejó en manos de su cuadrilla. Antonio Ferrera es muy desigual, y debe aprender a asomarse al balcón, que cuando lo hace parece que es pura casualidad.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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