Seis respiros alucinados

No es la primera vez -ni la sexta- que Carlos Fuentes se toma un respiro, aunque sí seis de golpe, como seis son los relatos con los que i(nte)rrumpe de repente en su larga trayectoria de creador total y hasta globalizador. Bien es verdad que su obra supera el medio centenar de volúmenes y recorre ya medio siglo, pues empezó con los relatos de Los días enmascarados en 1954. ¿Cómo no hablar de versatilidad -y hasta de "globalización"- en tal contexto de "edad" y "tiempo", esos dos términos con los que él mismo ha intentado reunirlo todo en el título conjunto que lo define de manera bastante tautológica?

Lo mismo me sucede con es-

tas seis novelas cortas que acaba de reunir en Inquieta compañía, que considero como una especie de respiro en la ambición que preside toda su obra siempre incomparable en la calidad, intensidad, expresividad y hondura de todas sus manifestaciones. Quizá aquí se respira la mexicanidad de siempre, pues casi todos los relatos están contados en primera persona y desde un punto de vista mexicano; pero también se acude a lo fantástico y al misterio, otra de sus constantes; y asimismo al costumbrismo esperpéntico y a ese extraño "futurismo histórico" que lo alucina, pues le permite conectar con otras zonas sombrías de la cultura y de la historia del pasado, que en sus manos también parece desembocar en los presagios de un futuro tan misterioso como amenazador, el peso de un pasado que marca nuestro imposible futuro.