Boda y religión de Estado
La boda del heredero a la Corona plantea una vez más la errónea asunción de que la religión católica representa a los españoles y a su Estado de derecho. Al igual que sucedió en el funeral por las víctimas de los atentados del 11-M, se aprovecha la ocasión para imponernos a todos los españoles un acto religioso en lugar de celebrar una ceremonia civil. Sólo en el matrimonio civil estaríamos todos representados, en una ceremonia en la que se podría invitar a tomar parte de forma simbólica a los representantes de las principales religiones reconocidas oficialmente, al igual que a los líderes de los principales partidos políticos.
Si alguien representa la legalidad constitucional en lo referente a uniones matrimoniales, éste ha de ser el ministro de Justicia, en su función de notario mayor del Reino. Nuestra Constitución, al igual que las leyes que de ella emanan, sigue siendo laica y no debe dejar de serlo. Volver a una religión de Estado sería un paso atrás que nos llevaría de nuevo a la situación de imposición vivida durante la dictadura.
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