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FÓRUM BARCELONA | Debates

El testimonio de Otamendi conmociona al PEN

Los autores reunidos en Barcelona opinan que "la libertad de expresión vive tiempos difíciles"

El testimonio de Martxelo Otamendi, director del clausurado diario Egunkaria, impactó ayer en la sesión a puerta cerrada del PEN. "Voy a hacer una acusación grave sobre lo que sufrí en 2003", dijo. "Los presos iraquíes torturados cuyas fotografías hemos visto estos días somos nosotros, los 10 de Egunkaria, sólo que con los cuerpos cambiados". "Durante cinco días estuve sometido a torturas. Nunca he sabido dónde estuve detenido. Me pusieron una media muy gruesa. Dos o tres veces me dejaron desnudo. Durante tres días estuve de pie, en un lugar iluminado permanentemente".

"No me dejaron dormir. Tuve que hacer ejercicios físicos hasta la extenuación. Fui objeto de vejaciones sexuales. Me obligaron a adoptar una postura sexual determinada y me hicieron tocamientos en los genitales y en los glúteos, que no fueron dolorosos, pero sí humillantes", prosiguió el periodista vasco, a quien no se le permite salir de España.

"Me acusaron de pertenecer a ETA y sólo lo diré una vez: no soy, ni he sido, ni seré de ETA". El único que sigue detenido, añadió Otamendi, es Iñaki Uría, el director general de la empresa. "La Audiencia Nacional ha decretado su puesta en libertad previo pago de una fianza de 600.000 euros, imposible de asumir para nosotros".

Otamendi interpuso demanda por torturas contra el anterior Gobierno, explicó, y "el denunciado acusó al denunciante de colaborar con ETA en su campaña de desprestigio de las instituciones". Un colega del PEN le aconsejó que llevara su caso ante los comités de Derechos Humanos y de Torturas de Naciones Unidas. "Estos comités piden que se agoten las vías internas de investigación, pero una vez pasado un tiempo lo mejor es recurrir a ellos". Otamendi respondió que acudirá al Tribunal de Estrasburgo.

Salman Rushdie, en la posterior conferencia de prensa, comentó el caso Otamendi. "Es horrible que en los países que considerábamos libres se trate así a las personas. Lo peor de las torturas de los presos de Irak es que no son un caso aislado, se han institucionalizado. He leído en The New York Times que en las cárceles norteamericanas los presos también sufren malos tratos".

Tanto en sus trabajos a puerta cerrada como en conferencia de prensa, los escritores y periodistas del PEN reunidos en Barcelona consideran, como afirmó ayer el escritor angloindio Salman Rushdie, que "la libertad de expresión vive en todo el mundo tiempos muy difíciles a causa de la política o de la religión". Coinciden en que desde los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos todo ha ido a peor. "La dialéctica de la historia ha cambiado", afirmó Rushdie. "Antes había dos bloques y una guerra fría, ahora la lucha entre poderes es invisible. Y tanto unos (los gobiernos) como otros (los terroristas) quieren que se mantenga así, oculto y en silencio, y nosotros queremos saber".

Tanto Rushdie como sus colegas quisieron dejar muy claro que están en contra del terrorismo. "Muchos de nosotros, que estamos en algún lugar de la izquierda, criticamos la forma en la que Occidente, Estados Unidos, el Reino Unido o España -aunque ahora ésta ha cambiado de Gobierno- ha respondido al terrorismo. Pero no debemos olvidar que el objetivo del terrorismo es la destrucción. No creo que Al Qaeda actúe en busca de una mayor justicia social".

Desde el noruego Eugene Schoulgin, director del Comité de Escritores Encarcelados del PEN, hasta el estadonidense Larry Siems, responsable de los programas de libertad de expresión del PEN norteamericano, los escritores reunidos en Barcelona opinan que es necesario "redefinir lo que es terrorismo, porque ha llegado un momento en que lo incluye todo, desde el separatismo, hasta el nacionalismo, la disidencia...", dijo Laura Mintegi, presidenta del PEN Club vasco. "Durante tres días de marzo todos los vascos fuimos considerados terroristas". "Se utiliza la palabra terrorismo con demasiada facilidad", añadió Schoulgin, "y hay un vacío de discusión".

En las sesiones de trabajo del PEN han desfilado testimonios que horrorizan. El editor turco Rajip Zarakolu estuvo en prisión ocho años, en la década de 1970, acusado de colaborar "con organizaciones comunistas". "Trabajaba con Amnistía Internacional", explicó ayer. El periodista eritreo Aaron Berhane tuvo que salir de su país cuando el Gobierno cerró la prensa privada. El nigeriano Kunle Adjibade fue encarcelado junto a otros colegas y escritores a mediados de los años noventa... y así se fueron sucediendo.

El tono cambió por la tarde, en el debate sobre literatura y memoria, el primero del diálogo sobre el Valor de la palabra. Moderados por Dolors Oller, la presidenta del PEN catalán, los escritores fueron desgranando cómo sus recuerdos y su memoria han conformado su literatura y su propia identidad.

Schoulgin mezcló sus recuerdos con su experiencia en Afganistán. La turca alemana Emine Sevgi Ódzamar recordó sus sueños de niña en Estambul, con Asia a un lado y al otro Europa. La estadounidense de origen chino Aimée Liu ha plasmado en dos de sus novelas la indagación de sus orígenes, silenciados por su familia norteamericana.

Emili Teixidor habló de la memoria y del olvido de lo "más infinitamente próximo", de "las palabrs perdidas". "Millones y millones de ficciones individuales confirman una historia colectiva", afirmó.

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