"La voz es un puente entre lo espiritual y lo palpable"
Carlos Mena cree que la voz es un instrumento fascinante "porque está dentro del cuerpo, es todo el cuerpo a la vez y, como en ningún otro instrumento musical, es imposible encontrar dos iguales". Su empeño es ahora centrarse en la esencia de la voz y esquivar las exigencias de discográficas y teatros que no coincidan con sus proyectos artísticos. "Un cantante tiene que bucear en tu interior, escucharse con mucha sinceridad y hacer lo que quiere hacer, no lo que la sociedad le empuja a hacer", asegura.
Pregunta. Usted canta en la tesitura de contratenor, una voz poco frecuente.
Respuesta. No ha sido habitual hasta hace poco; ahora empieza a haber más. El contratenor es un hombre cantando en la tesitura de contraalto de una mujer, lo que supone que ha de utilizar el falsete para poder llegar a esas notas altas. En mi caso, utilizo la voz de falsete, la voz mixta y la voz de tenor, dependiendo de la nota.
P. ¿Exige un técnica más compleja?
R. Yo creo que exige un conocimiento de la voz más amplio. Si yo sólo estudiase mi voz en falsete, poco a poco se iría empobreciendo. Necesito estudiar también mi voz de pecho, la que es natural. Muchos contratenores suenan artificiales; deben sonar como un hombre cantando de agudo. Lo importante es conocer toda la extensión de tu voz. He descubierto con la voz que lo más importante es la consciencia, ser consciente de lo que está ocurriendo. En un concierto es saber lo que ocurre en cada nota; en la carrera, saber si lo que estás haciendo lo haces obligado o porque te apetece. La voz, si uno la estudia interiormente, con sinceridad, es una forma de descubrir tu esencia como persona. Lo bonito es que la voz es un puente entre lo espiritual y lo palpable.
P. ¿Ser contratenor limita su trayectoria profesional?
R. Cuando elegí cantar de contratenor pensé que había un repertorio que se me escapaba de las manos. Su repertorio va desde el siglo XIV hasta mediados del XVIII. Luego me he dado cuenta que no. Por ejemplo, en el siglo XVIII los contratenores no cantaban en la ópera, y, sin embargo, nosotros estamos cantando obras de la época escritas para castrados. Cuanto más estudias las situaciones sociales y técnicas de repertorio, más descubres que los límites son muy permeables. Yo he empezado a hacer conciertos escritos en el siglo XX por autores como Britten o Tippett. Además, la música contemporánea dice que se cante voz, no soprano o barítono. Y me he animado a hacer repertorio de lieder, escrito para contraalto. No es una recreación musical de la época, es simplemente utilizar los instrumentos que tenemos. Lo que al principio pensé que era una limitación he visto que no lo es. Con tal de tener respeto y criterio, no creo que sea una limitación.
P. ¿Son voces ensombrecidas por el protagonismo del tenor y la soprano?
R. Eso es una influencia de la ópera del último siglo y medio. Ha habido un culto al agudo, que viene de los aficionados a la ópera. Mucha gente va a la ópera a ver una obra que vio hace 10 años o a escuchar lo mismo que en el disco. Si no canta igual, no vale. Y se pierden mucho. En la ópera no siempre se llega a la esencia de la música. En la ópera barroca, por ejemplo, se admite cierta permisividad que en la ópera romántica no se admite. Es porque [la ópera barroca] no es tan conocida, ni se escucha tanto. No hay estereotipos que seguir, por lo que se admiten variaciones. Debería ocurrir lo mismo en Rossini o en Verdi.
P. Las novedades surgen en las escenografías.
R. Sí, es interesante, pero lo musical se pierde de vista.
P. ¿Qué papel juegan en su carrera las grabaciones?
R. Yo tengo dos motivaciones para grabar un disco. Una es la documental, que no se haya grabado, y otra, que interpretativamente pueda ofrecer algo. Esto va en contra de mi relación con las casas de discos. Quieren que yo saque tres discos al año. Y no siempre tengo tres cosas interesantes que grabar en un año.
PERFIL
Carlos Mena (Vitoria, 1971) estudió musica en el Conservatorio de Vitoria, contagiado por la afición de su hermano Juan José, actual director de la Sinfónica de Bilbao, pero su formación vocal no comenzó hasta que con 21 años se trasladó a Suiza para prepararse en la Schola Cantorum Basiliensis. En su elección profesional, asegura, fue definitiva la creación de la Capilla Peñaflorida, que le encaminó a la tesitura de contratenor.
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