Paridad no es igualdad
Escucho en la radio un anuncio en el que un señor habla de las excelencias de una marca de leche para combatir su estrés por el trabajo, por no tener tiempo para su familia y copas con los amigos. ¡Pobre hombre! Por si eso no fuera suficiente, llega el Gobierno y le amenaza con una ley de paridad que, si se extiende al ámbito privado, le obligará a competir con una compañera que, además de ser capaz de realizar un trabajo similar al suyo, tendrá la inmensa suerte de tener que conciliar la vida profesional con la familiar: organizar todo en casa antes de ir al trabajo; pedir permiso para recoger al niño en el colegio porque se ha puesto enfermo; aprovechar la hora de la comida para ir al supermercado en vez de comer; llevarse trabajo a casa y compatibilizarlo con deberes escolares, teléfono y tareas domésticas; pasar a veces la noche en el hospital cuidando a algún familiar enfermo...
Aunque algo esté cambiando en la sociedad, la educación machista sigue muy arraigada, y así seguirá durante bastante tiempo, por mucha ley paritaria y asignatura de igualdad que se implante en los colegios. Yo me solidarizo con el hombre del anuncio y pido al Gobierno que incluya en su anunciada ley el que el día tenga para la mujer 26 horas para que ésta también pueda tener tiempo para poder realizar, como su compañero, la ardua tarea de tomar copas con los amigos... o amigas.
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