Cómo salvarse gracias a MCC
Loramendi se cooperativiza y se acoge al impulso del grupo Mondragón
En 1999 las ventas de Loramendi superaban los 49,3 millones de euros. Dos años más tarde se reducían a 25 millones y el beneficio se convertía en unas pérdidas de 8,6 millones. La empresa alavesa, especializada en maquinaria para la fundición, parecía abocada al cierre, sin embargo, su conversión en cooperativa, ligada a Mondragón Corporación Cooperativa (MCC) puede devolverle al mercado.
El plan de viabilidad prevé recuperar la cifra de ventas de 2000 en cuatro años y lograr el umbral de beneficio en un ejercicio
La conversión de la empresa en cooperativa ha supuesto la salida de 30 trabajadores y una reducción de salarios de un 10%
A Agustín Arana, anterior propietario de Loramendi, la empresa se le iba de las manos a marchas forzadas. La dura competencia del sudeste asiático le hizo perder mercado a un ritmo imparable. Tener de proveedor a Aurrenak, cooperativa de MCC, le abrió las puertas para plantear a este grupo una vía de salida. Tras un primer impacto, la plantilla, acostumbrada a ser trabajadores por cuenta ajena, aceptaron el desafío presentado en junio de 2003 por la propiedad y por José Ramón Goikoetxea, vicepresidente de la división de ingeniería y bienes de equipo de MCC. "Al principio la idea de cooperativizarse creo desasosiego. Además, no había carga de trabajo. Pero la gente acabó centrada en el tema y se mira con optimismo la situación", asegura Fernando Corres, el presidente de Loramendi elegido por sus socios trabajadores.
Loramendi tenía en ese momento en su haber 30 años de experiencia, contaba con una plantilla de casi 160 personas y un listado histórico de clientes donde están los principales fabricantes del automóvil en Europa y en EE UU. Su producto es la maquinaria que hace posible la fundición, con una gran especialización en el automóvil y unos pinitos en el mundo aeronáutico. Convertirse en cooperativa y entrar en MCC ha exigido un esfuerzo a los trabajadores y un duro plan de viabilidad. 30 personas han debido abandonar la empresa, algunos con compromiso de recontratación, y el resto se han reducido en un 10% los salarios. El proyecto de MCC pasa por un plan de viabilidad que en 2008 elevarán la plantilla a 139 personas y las ventas a 43 millones de euros, un 80% correspondientes a exportaciones,y todavía por debajo de las de 2000. El umbral de rentabilidad aspiran a que llegue en 2005 para en 2008 lograr un beneficio del 5% de la cifra de ventas.
"Es un proyecto de riesgo y se llava a cabo en un contexto de mercado poco favorable. Todos hemos hecho un esfuerzo importante para mantenerlo vivo y, a buen seguro, todavía va a necesitar esfuerzos añadidos para desarrollarlo, y recuperar lo que fue en el quinquenio anterior", señala Goikoetxea.
Para lograr este proceso Loramendi quiere centrar su trabajo en soluciones para la fundición y en el mundo aeronáutico. Este último campo en el que se comenzó a trabajar hace dos años se considera el de más futuro, orientado al montaje para estructuras y ensamblado de aeronaves. Desde 2002 se fabrican líneas de taladro automático para Airbus España.
Además de la plantilla de la fábrica de Vitoria, Loramendi cuenta con cinco delegaciones propias (China, EE UU, México, Alemania y Francia) con 30 personas que mantiene abiertas. Sólo en EE UU, México y Brasil tiene 250 instalaciones operativas para marcas como Caterpillar, Ford o General Motors.
Una nueva experiencia
Mondragón Corporación Cooperativa (MCC) va a ensayar una nueva experiencia en Loramendi. Hasta ahora nunca se había creado una cooperativa mixta, que no es 100% de los trabajadores, en el sector industrial. MCC se ha lanzado a la prueba por la imposibilidad de los trabajadores de hacer frente a los 7,5 millones de capital social. Los socios trabajadores han puesto 2,25 millones; Aurrenak, cooperativa de MCC, ha puesto otro tanto y MCC Inversiones 3 millones. La idea es que en diez años el 100% del capital esté en manos de los trabajadores propietarios.
Pese al modelo mixto, la cooperativa se gestiona como el resto, en definitiva, está el control en manos de los trabajadores. Loramendi no sólo se va a beneficiar de los centros tecnológicos del grupo Mondragón sino también de la líneas de financiación y de las sinergías de la división industrial, tanto en ingeniería como en bienes de equipo. Así, confían en ser el único fabricante del mundo que, en combinación con Aurrenak, pueda ofertar la maquinaria y el utillaje para la fundición. Uno de las mayores aportaciones de MCC va a ser la red internacional de ventas propia.
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