Una mina de bronce
Nina Yivanevskaia, aún en rodaje, logra la undécima medalla española, que iguala el éxito de 2000
Nina Yivanevskaia sigue siendo una mina. Ayer lo fue de bronce, porque ya había anunciado que sólo está al 80% o 90% de su forma. Pero se subió al podio una vez más, en esta ocasión en los 100 metros espalda, la prueba en la que luchará en los Juegos de Atenas por otra medalla olímpica. Allí tendrá que mejorar mucho para conseguirlo. No sólo habrá rivales más fuertes, sino que ella misma tendrá que superarse. "El tercer puesto no está mal", reconoció con su sinceridad habitual, y añadió muy crítica: "Pero no estoy contenta con el tiempo. Por lo menos quería igualar el de semifinales. Esperaba nadar más rápido".
Efectivamente, Nina se fue por encima de 1m 2s, cuando ella tiene el récord de España en 1m 0,89s. No salió mal, una de sus cruces, pero pronto perdió de vista desde su calle 3 a la francesa Laure Manaudou, que iba a confirmar por la 4 su supremacía. La nueva Christine Caron, aunque parece que preferirá dedicarse a los 400 metros libres en Atenas, donde no puede compaginarlos con el hectómetro de espalda, es una joya espectacular. Once años más joven que Yivanevskaia, que ya está al borde de los 27, puede ser también la Kristina Egerszegi húngara, a la francesa. Mientras ella viró como un obús, la española se clavó. Y eso que llegó segunda, tras Manaudou. Se metió demasiado en la pared, intentó recuperar el tiempo perdido con una batida excesivamente fuerte y salió descontrolada a la calle. Bastante hizo con recuperarse y salvar el bronce. Tampoco pudo con su ex compatriota rusa, Stanislava Komarova, la vencedora ya aquí de los 200 metros, en los que es mejor especialista, pero que también ganó el título europeo del hectómetro en Berlín 2002.
"Me he sentido insegura en la carrera", admitió también Nina. "He competido muy poco esta temporada. Era mi segunda gran competición, después de los Campeonatos de España de Cádiz, hace mes y medio, y además he tenido problemas de estómago desde entonces, por lo que no me he podido entrenar como estaba previsto. Me falta competir más."
Su profesionalidad es indiscutible. Los grandes campeones no engañan. Ella, desde su emigración a España en 1998, ha ido buscando su sitio, su comodidad, la felicidad en la vida privada que no sólo le permitiera rendir, si no también porque eso fue lo que buscó al casarse con un español y empezar un nuevo camino. Otro fichaje rentable al máximo desde el extranjero, porque sólo así se puede catalogar lo conseguido por esta mujer de voz suave y chillona, que con sus 1,66 metros de estatura y 56 kilos de peso, de mucho menor físico que la mayoría de sus grandes rivales, lo compensa con su clase. El bronce olímpico en 2000, el oro mundial en Barcelona 2003 y cuatro más en los Europeos de 1999, 2000 y 2002, más tres platas, la avalaban hasta ahora.
Su bronce fue la undécima medalla española en estos campeonatos, con lo que se ha igualado ya el mayor éxito anterior, el conseguido en la edición de Helsinki 2000. El récord se batirá muy probablemente entre hoy y mañana, y al menos se habrán justificado unos Europeos que vuelven a tener el peligro de ser engañosos. La natación española tendrá su gran examen en Atenas, dentro de tres meses, y allí espera llegar bien Nina, la única que salvó la cara hace cuatro años, con su otro bronce. "No estoy al 100%, pero llegaré en forma a los Juegos. Después de estos Europeos voy a competir en el Mare Nostrum, que me vendrá muy bien". Nina ya tiene la mínima olímpica para Atenas, como otros ocho nadadores, pero allí habrá algunos que lo intenten por última vez. Difícilmente aquí en Madrid.
De momento, ya la tiene, por ejemplo, Olaf Wildeboer, que en los 200 libres vio ayer de lejos la exhibición de Pieter van den Hoogenband. El holandés volador se dio un paseo espectacular hasta conseguir 1m 47,05s, lejísimos, eso sí, de su récord europeo de 1m 44,89s. Claramente los Europeos son sólo un entrenamiento. Pasó los 50 metros en 24,9s, ya muy destacado; en 51,64s los 100 y en 1m 19,11s los 150 metros. Dejó al ruso Kapralov a más de un segundo y a los dos italianos, Magnini, que le derrotó en 100, y Rosolino, a más de segundo y medio. Wildeboer, séptimo, se fue a casi cuatro, con 1m 50,87s, muy lejos incluso de su récord de España de 1m 49,17s.
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