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Crónica:LA LIDIA | FERIA DE SAN ISIDRO
Crónica
Texto informativo con interpretación

Una nueva desvergüenza

Antonio Lorca

Más pronto que tarde, los taurinos -incluida la autoridad- acaban sin remedio con esta fiesta. Ayer, en Las Ventas, se escribió otra página negra de la desvergüenza y de la decadencia galopante que impera en este negocio.

Pasen y vean: la empresa compra una corrida a una ganadería que tiene tres dueños y responde a González Sánchez-Dalp, Manolo González y San Miguel. Tres hierros distintos y un solo encaste verdadero. ¿Por qué este misterio? Por cuestiones de herencia, se supone. Se divide la ganadería en tantas partes y cada beneficiado la pone a su nombre. También son ganas de confundir al personal, mire usted. Tres hierros con idénticos defectos, como después se comprobó.

La empresa compra esa corrida a sabiendas de que no es el tipo de toro requerido para Las Ventas. Pero ¿y si cuela? Pues coló. La autoridad se puso el antifaz y aprobó seis toros impresentables, anovillados e impropios de una plaza de primera categoría. Es una bonita manera de no tener problemas. Además, los toros salen al ruedo y no se protestan. Este público conformista, festivalero y nada exigente se convierte en el mejor aliado de los dos responsables anteriores.

González / Ferrera, Abellán, Revuelta

Primer toro de González Sánchez-Dalp, 2º y 6º de San Miguel y 3º, 4º y 5º de Manolo Gónzalez, todos ellos muy mal presentados, inválidos, mansos y descastados. El 5º fue devuelto y sustituido por uno del Conde de la Maza, que también fue devuelto; 2º sobrero de esta misma ganadería, bien presentado y deslucido. Antonio Ferrera: pinchazo y estocada contraria y atravesada (silencio); pinchazo y casi entera baja (silencio). Miguel Abellán: pinchazo y estocada caída (ovación); pinchazo y estocada muy baja (silencio). Andrés Revuelta, que tomó la alternativa: casi entera trasera (silencio); tres pinchazos y estocada baja (silencio). Plaza de las Ventas, 13 de mayo. 5ª corrida de feria. Más de tres cuartos de entrada.

Pero no acaba ahí la cosa: los toros estaban podridos, inválidos hasta la desesperación, quizá enfermos o borrachos, vaya usted a saber. ¿Qué han comido estos toros? ¿Los habrá visto un veterinario? ¿Habrá ordenado la autoridad que se analicen sus vísceras? ¿Estarán preocupados los tres dueños o dormitarán tranquilos una vez que han resuelto las cuestiones fiscales? ¿Se preocupará alguien de averiguar qué les ocurría a estos toros, que se mostraron moribundos, amorfos, mustios, noqueados y, sobre todo, embajadores de la más baja escoria ganadera de nuestro país?

Con este material de desecho, la lidia se transformó en una farsa, en una grotesca caricatura que nada tiene que ver con esta fiesta de arte y valor. No hubo tercio de varas porque los toros no aguantaban ni la presión de un alfiler. Todos salieron derrengados de su encuentro con el picador. Todos besaron la arena una y otra vez y llegaron a la muleta sin hálito de vida. El único que se mantuvo en pie fue el segundo sobrero, que empujó desigualmente al caballo. No hubo, pues, toreo de muleta.

A pesar de estos novillos que más que toros parecían gatos, a pesar de su vida mortecina, hubo momentos de cierto interés, aunque de tono menor, por la disposición de Ferrera y Abellán en el manejo del capote. Lo mejor, sin duda, fue el competido tercio de quites que ambos protagonizaron en el cuarto de la tarde. Comenzó Abellán con unas rápidas verónicas, siguió Ferrera con chicuelinas con las manos bajas, le replicó su compañero con chicuelinas rodillas en tierra de las que resultó atropellado, y volvió a responderle Ferrera otra vez por chicuelinas. Finalmente, invitó a participar al toricantano, que se justificó con dos verónicas muy movidas. No hubo toreo del bueno, pero sí la satisfacción de asistir a una competencia que se perdió hace tiempo. Abellán se lució en su lote con un capoteo variado que, a la postre, fue lo mejor de su actuación. Voluntarioso siempre, nada pudo hacer ante su moribundo primero, y no se confió con el complicado sobrero, cuyo principal defecto es que lucía dos perchas astifinas.

Tampoco fue tarde triunfal para Ferrera, que está en horas bajas, pero tiene la suerte de cara. Hizo un quite al primero de la tarde que se lo echó a los lomos de mala manera, y antes de que cayera al suelo lo enganchó por la taleguilla y lo zarandeó dramáticamente. Cuando parecía que había recibido un cornadón de campeonato, se levantó maltrecho, pero, afortunadamente, ileso. Puso banderillas a toro pasado y no tuvo toros para lucirse con la muleta.

Aún quedaba otra sorpresa: estaba anunciado Salvador Vega, pero resultó herido en Zaragoza el pasado 23 de abril. La empresa ha tenido la feliz ocurrencia de sustituirlo por un inexperto novillero al que le ha ofrecido la alternativa. Sin duda, otra tomadura de pelo que habrá supuesto un buen ahorro económico para los empresarios, y aquí paz y después gloria. Andrés Revuelta no está para alternativa y menos en San Isidro. Está muy verde y la corrida le vino grande. Aun así, estuvo entonado en la verónica al recibir al sexto y en un quite posterior.

¿Acaban o no acaban con esta fiesta? Se admiten apuestas.

Antonio Ferrera sufrió un revolcón sin consecuencias en su primer toro.

 / BERNARDO PÉREZ
Antonio Ferrera sufrió un revolcón sin consecuencias en su primer toro. / BERNARDO PÉREZ
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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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