La enfermedad de los astilleros
Los trabajadores de las factorías de Cádiz afrontan su futuro con pesimismo
Lo que ocurre en los astilleros es como una enfermedad avanzada. El paciente está grave, va empeorando. Puede que incluso muera. Pero nadie sabe cuándo. También es posible que ocurra algo, que mejore y se salve. Así están los trabajadores de las tres factorías de Cádiz (Puerto Real, San Fernando y Cádiz capital). Dicen que están graves tirando a peor. Pero también están optimistas.
"Al menos va a haber un cambio. La gente está temerosa, pero también ha acogido con optimismo lo del convenio", explica Antonio Coello, de 34 años, que trabaja en prevención de riesgos laborales en San Fernando. En dos meses, los trabajadores han dejado las movilizaciones, han recuperado el diálogo con la SEPI y han llegado a un principio de acuerdo con Izar para firmar el convenio colectivo.
"Aquí hemos vivido de todo ya. El problema ahora es saber quién paga la multa" de la Unión Europea. Quien lo dice es Antonio Sánchez, que lleva 29 años trabajando en los astilleros. Ahora tiene 57 y monta tuberías.
Antes de que acabe 2004, los astilleros gaditanos no tendrán trabajo. Hace unos dos años que no entra en las factorías ningún proyecto grande. Ya se están acabando los últimos que tenían. Puerto Real y San Fernando construyen barcos. Yates o transbordadores el primero, gaseros el segundo. Cádiz los repara. Ahora hay trabajo. Dentro de unos meses, no. Los empleados temen las consecuencias de la multa de la Unión Europea, un expediente de regulación de empleo que prescinda de gran parte de la plantilla. "Nosotros tenemos la posibilidad de trabajar en otro sitio", dice Coello, "pero ¿y los que tienen más de 45?".
Los que están empezando, los becarios, tienen claro que su paso por astilleros servirá para aprender, pero nada más. No hay posibilidad de quedarse, no ven futuro. "Esto está negrísimo", dicen Antonio Pérez y Marcos Ufarte, de 22 y 25 años. "Estamos aquí aprendiendo el oficio. Pero si el año que viene no hay barcos, nos tendremos que ir", comenta Antonio Pérez.
Entre los tres astilleros gaditanos suman más de 2.000 trabajadores. Para ellos no es consuelo, pero hasta ahora, a pesar de la escasez de la carga de trabajo, siempre han cobrado. Además, en toda la provincia de Cádiz hay miles de empleados de empresas auxiliares que casi dependen en exclusiva de estas factorías. En Puerto Real, si estuviera a pleno rendimiento, podría haber 3.000 personas trabajando que no pertenecen a la plantilla. Ahora apenas hay un millar.
Hay gente que está convencida de que los pacientes terminales salen de su enfermedad si no se rinden, si luchan, si tienen esperanza y optimismo. Los trabajadores de astilleros tienen todo eso. Y mucho humor. "Trabajo aquí tantas horas", dice José Joaquín García, que trabaja en San Fernando, "que cada vez que el del butano llega a mi casa mi hijo dice: '¡Mira, ahí viene papá!".
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