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El poeta Manuel Mantero recoge en un libro recuerdos de una vida marcada por la literatura

'Había una ventana de colores' se desarrolla entre los años treinta y sesenta

El poeta Manuel Mantero (Sevilla, 1930) acaba de sacar a la calle un libro de memorias. Había una ventana de colores, que lleva como subtítulo Memorias y desmemorias, ha sido publicado por RD Editores en Sevilla. Mantero lleva a cabo, en más de 300 páginas, un recorrido vital que va desde los años treinta hasta los sesenta. Se trata, así, de unas memorias españolas, puesto que el poeta marchó en 1969 a EE UU a ejercer como catedrático en la Universidad de Michigan. En 1973, ocupó una cátedra especial en Literatura en la Universidad de Georgia, donde se jubiló en 2000.

Mantero arguye que le ha llegado el tiempo de la memoria. "Como dice el Eclesiastés, hay la hora de nacer, la hora de morir, la hora de la alegría... Y ésta es la hora de la memoria. Con los años se repite mucho más la memoria, el pasado", afirma el poeta. La escritura del libro le ha llevado dos años.

Poeta, profesor y crítico literario, Mantero dio clase en las universidades de Sevilla y de Madrid, en el Instituto Cervantes y en el Instituto Nacional de Estudios Jurídicos. En 1969 marchó a EE UU. Su obra poética se inició en los años sesenta e incluye títulos como Tiempo del Hombre, Misa solemne, Memorias de Deucalión, Fiesta o su último poemario, Primavera del ser (2003).

En 1996 se editaron tres volúmenes que reunían toda su obra poética bajo el título Como llama en el diamante. También es autor de dos novelas y una decena de libros de ensayo, crítica y antología. Su obra ha sido traducida a 12 lenguas. Mantero tiene el Premio Nacional de Literatura y el Premio Fastenrath de la Real Academia Española, entre otras distinciones.

El tópico atribuyó durante siglos a los españoles un marcado desdén hacia los libros de memorias. Sin embargo, en los últimos años este tipo de libros prolifera como hongos. Políticos, escritores, artistas y personas que han trabajado en los oficios más variopintos quieren dejar constancia de su paso por el mundo. "Muchas de las memorias de políticos no son auténticas porque se las hacen otros", dice Mantero. "En mi libro hablo de varias épocas de la vida española y de la vida cultural de este país a través de mis ojos. Estoy en una edad en la que quizás algunas de las cosas que cuento no son conocidas y pueden interesar a algunas personas: la Sevilla que yo conocí, la Guerra Civil, la posguerra", relata el autor de Primavera del ser.

Por su libro desfilan escritores de la talla de Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre, Joaquín Romero Murube, Luis Rosales, Gerardo Diego, Rafael Alberti, José Bergamín, Gabriel Celaya, Alfonso Grosso, José Ángel Valente, José Hierro y Fernando Quiñones.

Mantero no cree en las divisiones por generaciones literarias. Por ello, no comulga con los críticos que le incluyen en la generación de los años cincuenta. "No creo en las generaciones literarias. Hay grupos y promociones, pero generaciones literarias no, porque al final lo que queda es el individuo. El 27 fue realmente un grupo de amigos. El 98 empezó así y luego no se podían ni ver", dice. Mantero tampoco cree que haya una generación de los años cincuenta.

Dictadura franquista

El poeta tenía una vida arraigada en Madrid cuando partió hacia EE UU con su familia. "Aunque se había aflojado", la dictadura franquista seguía pesando. Y Mantero creía en la monarquía liberal que propugnaba Don Juan. Una vez le dijeron que no podía escribir sobre el suicidio de Hemingway. "En otra ocasión me retiraron un libro de los escaparates de las librerías porque en un poema había escrito la palabra 'seno'. ¿Qué eufemismo hubieran preferido en su lugar? ¿Bulto de carne pecaminosa?", se pregunta con una sonrisa.

Su llegada a EE UU coincidió con un "deslumbramiento". "Aquello fue un descubrimiento sensacional: poesía, prosa, ensayo, bibliotecas americanas con libros y revistas de todo el mundo. Empecé a perder la virginidad de la ignorancia", explica. Mantero es contrario a la guerra en Irak. "Nunca debió haberse producido esa guerra. Ahora mismo es como un callejón sin salida. Muchos americanos están protestando. Ellos querían dar una lección tras el 11-S, pero ha sido una lección equivocada. El papel de las Naciones Unidas debe ser esencial. A la ONU le corresponde realizar la labor pacificadora", agrega.

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