Fe, esperanza y Rosa Aguilar
En la prensa local cordobesa del Sábado Santo, en una de sus primeras páginas, podemos leer una breve reseña sobre la alcaldesa de Córdoba, titulada La fe de la regidora, acompañada de una fotografía de la misma. El texto es el siguiente y el subrayado es mío: "No sólo participa en procesiones, sino que cumple con naturalidad las obligaciones de la fe. Así lo demostró el pasado jueves la alcaldesa, Rosa Aguilar, al rezar íntegramente y sin titubeos el Credo junto al obispo, Juan José Asenjo, en la cofradía de las Angustias. La regidora comunista de Córdoba demostró que ideología y fe pueden caminar juntas sin asperezas".
Las posibilidades semánticas y metafóricas del texto pueden ser infinitas. Dejando a un lado las apreciaciones estéticas (que también se prestan a una suntuosidad interpretativa más que tentadora), la reseña es, desde todos los puntos de vista, estimulante e instructiva.
De ella podemos destacar:
a) Perplejidad inicial.
b) La íntima convicción de que la regidora posee un innato, profundo y misterioso sentido del humor.
c) La convicción, también, de que el autor del referido texto le gusta muchísimo reírse de sí mismo y, de paso (quién sabe), hacer reír a los demás.
d) La sospecha de que el espectáculo del vacío no siempre va aparejado a una experiencia mística. El surrealismo, en su tiempo, ya acotó esos espacios.
e) La certeza de que el tiempo que la regidora ocupa en rezar Credos no es directa ni indirectamente proporcional al tiempo que podría dedicar a otros menesteres, por ejemplo a limitar la plaga del tráfico en el casco histórico de la ciudad o a liberar a la ciudad de los estragos que la denominada arquitectura dura está haciendo en la urbe.
f) La posibilidad de que lo imposible, como decía Pessoa, sea lo único probable, en cuyo caso, la regidora, muy bien podría explicar a los forasteros que visitan la ciudad por qué no está justificado el estupor que estos sienten al tener (casi) que gatear por encima de los coches cuando intentan pasear por el mencionado casco histórico.
g) La seguridad de que el laicismo que pregona Izquierda Unida puede estar en armonía y consonancia con la liturgia eclesial y las reivindicaciones catequistas.
h) La esperanza de ver a la regidora (en un futuro Dios quiera que lejano) subir a los cielos de la mano de Juan José Asenjo.
Confiemos en que por toda la eternidad.
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